Un peñasco se alza desde la orilla de la presa Miguel Alemán Valdés, para convertirse en un lugar místico y paradisíaco del Pueblo Mágico.
Con familia, amigos, en pareja o solo, visitar La Peña regala una vista panorámica desde la que se contempla a Valle de Bravo en todo su esplendor.
Este mirador natural es una falla geográfica que se alza entre la zona urbana de la cabecera municipal y la presa, el cual alberga historia desde los primeros asentamientos humanos de ma región.
Con peñascos, piedras, nopales y árboles, la imponente montaña vigila el Pueblo Mágico, como cuando cuidaba los restos humanos que eran depositados en este sitio por la etnia matlazinca.
De acuerdo con arqueólogos vallesanos, La Peña era el centro ceremonial de los pueblos originarios de Valle de Bravo, donde se iban a enterrar a los difuntos, por lo que es considerada como una necrópolis de la región.
Cada 21 de marzo, este espacio se convierte en un lugar energético para recibir al equinoccio de primavera.
De acuerdo con relatos de la tradición oral, La Peña era el punto más alto de Valle de Bravo, por lo cual se convirtió en el centro ceremonial de los Matlazincas, Otomíes y Mazahuas para venerar a sus dioses, quienes les oían en lo alto de las nubes.
A partir de esta creencia, cada equinoccio de primavera, habitantes y visitantes caminan más de dos kilómetros cuesta arriba para cargarse energéticamente de vibras positivas y con esto recibir espiritualmente la época del año en la que se siembran las buenas intenciones para cosechar acciones benéficas para la vida de cada uno.
Para llegar la cúspide, las habilidades motoras de las personas deben de hacerse presentes, pues se pasa por un par de piedra que complican el sendera ya marcado por los ancestros de Valle de Bravo.
Sin embargo, el esfuerzo físico tiene su recompensa, pues es el único punto dentro de la cabecera municipal que permite observar lo ancho de la presa Miguel Alemán así como la zona urbana del pueblo mágico, capturando una postal que cualquier visitante y habitante quisiera tener del municipio del sur del Estado de México.
Asimismo, durante la Conquista, los frailes franciscanos realizaron la colocación de una cruz y una virgen de piedra, convirtiendo a La Peña en un centro ceremonial católico.
Dejando como tradición que, durante el segundo lunes del mes de septiembre, se realice la celebración de la misa católica, para recordar la importancia de este lugar.
Para realizar el ascenso en La Peña son hidratarse constantemente, portar sombrero o gorra, calzado cómodo y bloqueador solar, pues el ejercicio físico que se realiza para llegar a la cúspide requiere de estas medidas mínimamente.