La mañana comienza a la distancia. Con la prisa para encender la computadora o el dispositivo móvil.
Los estudiantes de primaria visten el uniforme del Instituto Pedagógico de Toluca. Algunos en los primeros días también usaban cubrebocas para enfatizar la conciencia del autocuidado durante la pandemia de Covid-19.
Hace unos meses cruzaban el umbral de sus salones para alcanzar un pupitre donde recibirían la clase de una maestra. Hoy apuran los clics para ingresar a la plataforma de zoom.
Antes tocaban la puerta del salón si el tiempo les había ganado, hoy deben esperar a que el hospedador de la videoconferencia les permita el acceso.
Cuando la pandemia aún no llegaba debían afinar su atención para salir airosos de una clase. Hoy es obligatorio prender cámara y micrófono para conectarse adecuadamente.
Es un mundo digital ya explorado por ellos, pero desconocido, al ser usado con fines educativos.
“¿Maestra puede repetir? Se me fue el internet y me sacaron”, dice una alumna cuando en la pantalla se explica el uso de números decimales.
A la distancia la disciplina se mantiene. Existen horarios para el lunch, debe solicitarse permiso para ir al baño y no puede apagarse la cámara.
El cambio no es fácil. Una maestra les anuncia que ha terminado la clase y pueden jugar.
“¿Con quién voy a jugar, si no hay nadie?”, dice uno de los alumnos.
Para los maestros también implica retos, pues no están cerca de los rasgos de la letras o del resultado matemático. Será hasta el envío de evidencias cuando comience la evaluación. Hoy prevalece la confianza hacia esa generación que aceleró su digitalización producto de una pandemia.
Cuando llegan los talleres la activación aumenta. Los estudiantes recortan o colorean si son manualidades o pintura. También se levantan y lanzan patadas si se trata de defensa personal. Las órdenes llegan por esa pantalla que encierra contradicciones.
"Antes le decíamos a los niños, no estés mucho tiempo en la pantalla porque te va a afectar tus ojos", admite la directora del plantel, Virginia Gómez Tagle. “Ahora les decimos hay que estar en la pantalla y efectivamente es contradictorio", dice.
Pero la clase sigue. Los niños y niñas aprenden rápido en este tiempo de contradicciones. Son una generación que a la distancia sigue preguntando, resolviendo y enfrentando su tiempo.
"La vida nos puso ante un reto", admite Gómez Tagle, mientras los estudiantes caminan la nueva ruta de su educación.
"Antes le decíamos a los niños, no estés mucho tiempo en la pantalla porque te va a afectar".