Aún cuando en la actualidad los jóvenes estudiantes están plagados de tecnología, no todos sueñan con convertirse en ingenieros de software o en informática, hay muchos que se proyectan ejerciendo profesiones de hace 20 años como medicina y derecho, entre otras.
En la actualidad al pensar en las carreras del futuro, mucha gente se imagina que los jóvenes estudiarán carreras que tienen que ver con la tecnología. Sin embargo, muchas de las nuevas generaciones tienen intereses distintos.
De acuerdo a la licenciada en pedagogía Claudia Torres Mayta, existen muchos jóvenes que cuando tengan 30 años de edad, se visualizan desempeñándose en las mismas ocupaciones que hace 20 años. Muchos siguiendo los pasos de sus padres.
“No es tan raro, que los jóvenes estudiantes sigan visualizándose en carreras del siglo XX, como medicina, derecho, contabilidad y administración de empresas entre otras porque la oferta del mercado académico sigue siendo la misma. El que los jóvenes menores de 30 años se están inclinando por carreras más tradicionales es debido a que aún no se siente el impacto del uso de la inteligencia artificial en muchos lugares de trabajo, así como otros cambios que se dieron en el nuevo milenio”, explicó la especialista.
Precisó que es común que los jóvenes que provienen de familias acaudaladas o con capacidad adquisitiva moderada, quieren apostarle a las opciones seguras.
“Es seguro, desde hace muchos años, que un abogado suele ganar bien, al igual que un médico. Estas carreras tradicionales desde hace mucho tiempo han demostrado su solidez y permiten recuperar la inversión, mientras que las carreras nuevas muchas veces se traducen en riesgo y quienes suelen inclinarse por estas son personas con mayores ingresos”, explicó la especialista.
Refirió que la mayoría de los padres de familia, estudiaron carreras tradicionales, por lo que aconsejan a sus hijos desde su experiencia y muchas veces desde el miedo o el proteccionismo, ya que prefieren que tomen un camino seguro y no algo incierto.
La pedagoga destacó que es a las universidades a las que les toca reinventarse y concebir programas académicos y modelos de formación más acordes al siglo XXI. Señaló que el gran insumo lo deben dar las empresas a las universidades, para que estas entiendan qué tipo de profesionales, técnicos y tecnólogos son los que necesitan hoy en día.
Finalmente refirió que las universidades deben determinar cómo la demanda de programas novedosos, sin perder a los programas tradicionales, determina las tendencias hacia temas como el ambiental o lo social. y que las carreras tradicionales siempre se van a requerir por su importancia en la dinámica económica y social de cualquier país. Sin embargo, también es cierto que están emergiendo nuevas carreras.