“¿Y el chofer?”, “ahí anda con la bala en la cabeza”, contestó el "Tigre", recapitulando un asalto en el que hubo disparos de arma de fuego y una de las balas chocó contra la lámina del techo del camión y luego rebotó y lesionó al operador de Tlachaloya en la cabeza.
En el corralón de los Corsarios y Tlachaloya, cada uno de los choferes tiene historias similares: el robo de autoestereos, golpes con toletes y cachas, despojos de la marimba y la cuenta del día. "Es un mal de nunca acabar".
“Tengo un chavo en la ruta de Bulevar Aeropuerto, ahí les están dando con todo, es tiro por viaje”, recuenta el Tigre, quien actualmente es checador en el corralón y aprovecha el momento para enlistar las rutas en las que le han “golpeado” más los grupos dedicados a los asaltos en camiones de transporte público.
La ruta de los Tlachaloya es de las más largas, comienza en la terminal, avanza por Pino Suárez, sigue un tramo de las Torres, da vuelta en Díaz Mirón y sigue hasta Tres Caminos. Pero el asalto al que se refiere el Tigre fue en la desviación a San Cayetano, entre las 17:30 horas y las 18:00 horas.
“Hay varios parajes y antes eran unas cuatro veces a la semana”, revela el checador mientras anota la hora en que salió el último camión del corralón.
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“No los conoces ahorita, porque se cubren con el cubrebocas” explica Artemio Gil, el responsable y representante de la línea Tlachaloya mientras advierte que los asaltos no han disminuido y que los operativos de la Secretaría de Seguridad no han ayudado en mucho para inhibir los delitos.
Necesitan ser permanentes y que se pongan en otros puntos.
Como muestra, señaló que los operativos serían más efectivos si se aplicaran a la altura del tianguis de Palmillas. “En esa zona se suben y van asaltando en las unidades y se bajan por San Martín”, declaró Artemio Gil.
El sujeto pareciera que le ha tomado la medida a la delincuencia y conoce como un palmo el modus operandi y los horarios. Pero en el gremio son pocos los choferes que denuncian y, de a cuerdo con Gil, eso hace casi imposible acabar con los asaltos.
Siendo sinceros, pocos denuncian, no quieren perder el día y saben que no va a pasar nada.
Allí en el corralón salen y entran durante todo el día unas 30 unidades que hacen los viajes más largos de las rutas de Toluca. Los “Tlacha”, son también los que más sufren con los asaltos pero su única protección es un San Judas, un Cristo o la misma suerte.