Los mercados forman parte de la identidad cultural de las colonias fueron las primeras instalaciones que conjuntaron la oferta y la demanda de la población y aunque aún tienen su encanto, con el paso de los años se han convertido en sitios abandonados, insalubres y riesgosos.
Debido a la presencia de las cadenas comerciales, los mercados pasaron a ser la última opción para las amas de casa, quienes han dejado de asistir a estos centros de abasto.
De acuerdo a locatarios de los mercados en Naucalpan como el del Molinito, los Remedios y el de la cabecera municipal, cada uno de ellos tiene problemas particulares y una proporción distinta de abandono.
Rosario de 53 años de edad, tiene un puesto de verduras en el mercado del Molinito y señala que vende entre la basura y los perros, población que ha crecido mucho en los centros de abasto, porque obtienen comida fácil.
Otros comerciantes que prefirieron el anonimato, estiman que se ha perdido el 95 por ciento de las familias que antes visitaban los mercados, porque ahora prefieren ir a los centros comerciales.
El mercado de la cabecera municipal de Naucalpan, es el mayor centro de abasto del municipio, pero con el paso de los años, ha sufrido incendios, donde han perdido todos los comerciantes.
Los locatarios del mercado de los Remedios afirman que estos eran lugares de ajetreo, un punto de encuentro, donde convivían carnicerías, pescaderías, fruterías, droguerías y hasta panaderías, todo en un mismo lugar, con un trato personal y humano para los clientes, hoy muchos comerciantes después de la pandemia abandonaron el lugar.
Bertha, quien todavía ocupa su local en este mercado, donde vende frutas y verduras, comenta que los niños corrían con sus triciclos en los pasillos, mientras sus padres compraban, y al terminar, alguno de sus compañeros les regalaba dulces como un sugus o una piruleta.
Esta imagen permanece en la cabeza de muchos de nosotros, pero los más pequeños nunca la tendrán, porque dejó de ser una realidad cotidiana para pasar a convertirse en un recuerdo.
El punto fuerte de los mercados, dicen los comerciantes, era la concentración de comercios en un mismo lugar.
Cuando ibas a comprar te encontrabas con dos o tres tiendas que ofrecían el mismo producto, y tú elegías en cuál de ellas adquirirlo. Si te gustaban más las hortalizas de la frutería de la esquina, comprabas allí, pero en cambio si dicha frutería no tenía las manzanas verde doncella que tanto le gustaban a tu familia, andabas unos metros hasta “Frutería Paqui”.
Además, en la mayoría de mercados existían una o dos cafeterías, y para muchos era costumbre ir con el carrito en compañía de vecinos, amigos o familiares, y al terminar las compras tomar algo y charlar un rato.