Luchan por el agua en San Felipe de las Rosas... Pueblo mazahua que reclama sus derechos

Este miércoles los pobladores del municipio indígena se plantaron en la presa en advertencia de bloqueo

Por Filiberto Ramos

  · miércoles 11 de abril de 2018

Foto: Daniel Camacho.

Villa Victoria, México.- A las afueras del ejido El Espinal, junto a los desagües de la antigua presa, se reunieron los 52 pueblos mazahuas que conforman el Municipio de San Felipe de las Rosas. La comunidad mazahua ha lanzado varias advertencias al gobierno estatal. Se dicen transgredidos y negados en sus derechos de pueblos originarios.

"¡Nos dicen indios, que somos ignorantes, sucios, pero ya no, queremos agua!", recrimina una de las voces que sale de una de las mujeres mazahuas reunidas en torno a la asamblea.

Le siguen otras, que apenas pronuncian el castellano, pero están ciertos en lo que reclaman.

"¡La zona norte está muerta, estamos cansados que nos usen, que nos traten de sus tontos!", reprocha otra de las voces.

Este miércoles dejaron sus labores en la tierra y el pastoreo de sus animales para acudir al llamado de su colectivo. Su razón es más fuerte. Quieren que el agua ya no se las vendan y que los ríos y manantiales retornen a sus comunidades.


Hablan de levantarse y armar su propia revolución.

Don Arturo Martínez Hernández, el representante del Municipio Mazahua, es más lúcido y explica que desde el 2015 año de la conformación de San Felipe de las Rosas como municipio, se solicitó al Ejecutivo estatal y la Legislatura la entrega de un presupuesto para atender sus necesidades.

Pero desde entonces los han ignorado, no hay documento escrito que los avale ni defensa jurídica que los auspicie.

"No pedimos nada, exigimos lo que nos corresponde según manda la Constitución, somos pueblos originarios y tenemos derecho a regirnos con nuestros usos y costumbres", aclara el representante mazahua.

En esta zona, independizada del municipio de Villa Victoria en 2015, ocurre lo mismo que en otras regiones indígenas del país y que tienen como realidad común las expropiaciones de recursos naturales y el abandono sumido en pobreza.

La intención de reunirse este miércoles en torno a la presa, es entregar un oficio a los representantes de la Comisión Nacional del Agua para advertirles que clausurarán la presa como parte de sus acciones para retornar el agua a sus comunidades y dejar de padecer las sequías.

Los habitantes consideran a sus seis manantiales y 15 ríos que alimentan la presa El Espinal, su única herencia, de la que sobrevive poco.

“Hasta 1942 a esta zona le decíamos b´atrjú, kjosú (llano), y se expandía por varías hectáreas de tierra sembrada, pero vinieron y la inundaron con los ríos para llevarse el agua”, explica don Arturo, sobre los años de expropiación de los terrenos donde desembocó la presa.

Aseguran que en las elecciones de julio impedirán instalar las casillas en los 52 pueblos que integran su nuevo municipio.

-¿Como castigo? Se les pregunta.

-No, para demostrarles a los políticos que no los necesitamos, -apunta el líder mazahua.

“Ya que quiten ese tapón de ahí”, señala otro de los mazahuas presentes, para referirse a los muros de la gran presa, que mide a lo largo unos 100 metros.

El municipio Mazahua asegura que el recurso que se solicita es para integrar su cabildo, realizar obras básicas como pavimentar calles y construir escuelas. Sus anhelos parecen sin relevancia, pero en una región azotada por la pobreza y la marginación lo es todo.

La tarde cae en El Espino, mientras el campamento resiste. A lo lejos se miran unas mujeres a las orillas de un riachuelo lavando ropas. En el otro extremo un grupo de hombres y mujeres que sostienen una lona con la leyenda: “el agua es sagrada”.