El aula en que atiende la profesora Maricruz Rogel, en Toluca, queda demasiado amplía para los seis alumnos que recibió este lunes. Al resto de su grupo solo los conoce por nombre. Esa parte, la de socializar con ellos, es otra labor que se suma a sus actividades diarias de hoy en adelante, cuenta.
“Hay esperanza en que todo mejore”, explaya la joven docente mientras camina su salón revisando el trabajo de sus alumnos.
Se trata del grupo de primero “B” de la primaria Lázaro Cárdenas, al que están inscritos 27 alumnos. Es uno de los menos nutridos en el primer día de clases en este plantel.
La profesora repasa y echa la mirada en las hojas de pruebas de sus alumnos, les puso una evaluación para saber si es necesario hacer reforzamiento o seguir el calendario escolar, porque hay prisa por retomar el ritmo.
“Hoy estamos trabajando con pruebas para saber cómo vienen”, explica Maricruz.
Se ha tenido que ajustar para poder atender a los 27 alumnos que están inscritos en el primero “B”, porque algunos padres de familias decidieron no enviar a sus hijos.
“Sí será más trabajo, porque los trabajos de los que no vengan los tendré que revisar el fin de semana”, comenta la profesora.
El martes trabajará con la otra parte del grupo, a quienes tampoco conoce, solo por whatsapp. Entonces debe idear actividades para hacer sentir a sus alumnos con mayor confianza en el aula.
“En la formación de la normal donde estudié nunca te preparan para una pandemia”, dice la profesora Rogel.
En sí, la realidad que vive Maricruz es la que ahora enfrentan todos los docentes del país. La nueva normalidad aboga mayor trabajo y organización.
Por lo pronto, este lunes las tareas de la docente se amortiguaron un poco con la ayuda de Rebeca González, una estudiante practicante de la escuela normal de Toluca.
La estudiante y otras compañeras suyas estarán en los salones observando y ayudando a los profesores de la primaria Lázaro Cárdenas.