"Me dices taquera, pero algún día te voy a salvar la vida"

Los 3 mil 200 cadetes de Toluca pasan en promedio 13 horas en labores diarias, sin salario y con repudio de la ciudadanía

Filiberto Ramos | El Sol de Toluca

  · lunes 2 de diciembre de 2019

Fotos: Daniel Camacho | El Sol de Toluca

Yolanda es el nombre ficticio de la cadete que fue instalada este lunes en el mercado 16 de Septiembre; teme decir su identidad por dos cosas: por la incidencia delictiva y porque parece que ser cadete es sinónimo de burla, sostiene.

"Me puedes decir lo que quieras, taquera por mi gorro, pero esta taquera, algún día te va a salvar la vida", le dice Yolanda a un ciudadano que se burló de ella desde la protección de su vehículo.

Fotos: Daniel Camacho | El Sol de Toluca

Los 3 mil 300 cadetes que fueron dispuestos a las calles la semana pasada por la dirección de Seguridad Pública de Toluca, deben lidiar a diario con jornadas de 13 horas, el sol a plomo, desmadrugadas y el desprecio de los habitantes, lamenta Yolanda.

Junto con Rolando, le tocó la vigilancia la sección 15 de la compañía 27 que atiende los barrios tradicionales. Para ambos es la primera vez que acudieron a la convocatoria para ser policías. Por fortuna -dicen ellos- les tocó un mando de buen carácter con quien es posible dialogar.

"Déjese si es cansado, a lo que uno se expone por no traer arma, gas o una macana, es lo difícil", relata la mujer cadete.

Decidió convertirse en policía porque a diario desaparecen jovencitas en Toluca y quiere proteger a su hija.

"Me da miedo, pero luego me pongo a pensar, si uno no hace algo, esto sigue peor, le quiero dar protección y buen ejemplo a mi nena", repite Yolanda.

La suerte para Rolando es muy similar. Dice salir a diario a las 5:30 de la mañana del barrio de las Canastas en San Pedro Totoltepec. Vive en uno de los barrios más pobres e inseguros de la capital mexiquense. "Allá los asaltos es de todos los días, ya está uno acostumbrado la verdad", expresa el recluta.

Por su físico, le ha tocado de las peores burlas en la calle. Pero eso no lo desalienta. "Ahorita pasan y me gritan: ¡perros, esos puercos! ¿cuántos tacos te echaste? Y al rato va a ser uno el policía que va atender su emergencia", reprocha Rolando.

A una cuadra está otro dúo de cadetes, son Mary y Rubén, ambos también están en labores de vigilancia. Uno viene de Zinacantepec y la otra de Palmillas.

"Son más o menos novecientas setenta y dos horas en el curso, por eso los chavos no aguantan, uno que ya tiene hijos, mira esa necesidad de darle duro", reflexiona Rubén.

Mary cuenta que se les da una hora de comida, pero es común que estiren su gasto para comprar entre todo el grupo un medio pollo rostizado, porque mientras no haya pago, es una moneda tirada a la suerte.

"Lo que se puede, se come, tengo tres hijos y hasta que no termine la práctica, no hay con qué", dice Mary.

En la esquina donde se pone un semáforo en rojo, Jorge Silva y estira su mano a los automovilistas para que agilicen su paso. Cuenta que ya está acostumbrado a todo, porque viene de los Cusaem. Ya 'traigo' experiencia, tanto de tránsito como de seguridad", expone el cadete.