Toluca, México.- Lucky Boy, frota con maestría las cremas sobre su rostro, mientras sostiene un espejito frente a él. Le da una fumada a su cigarro y continúa en preparar su disfraz para el show callejero. Desde los 11 años se hizo payasito en los camiones de transporte público y su oficio es su único patrimonio.
"Mi único vicio es el trabajo y el cigarro", aclara Lucky Boy o, "Pelos Tiesos", como también lo conocen en el gremio.
Miguel Ángel Sotelo, como es su nombre real, cada mañana llega siempre al mismo punto del cruce de Tollocan y Salvador Díaz Mirón, se sienta en las jardineras, saca su estuche de cremas, talco, brochas y pinturas para iniciar su ritual de transformarse en Lucky Boy. Le lleva unos 45 minutos, mientras fuma su cigarro y escucha un poco de música con su viejo reproductor.
"Yo no robo, no me drogo, tengo casa y también hijos, soy papá soltero y por ellos chambeo mucho", asegura el payasito.
Desde hace 20 años llegó a Toluca, acarreado de Naucalpan por la pobreza. A los 11 comenzó a maquillarse para ser payaso acompañando a su padre en los camiones, el oficio lo suyo y su forma de sustento.
"Le agarré amor a esto y nunca me he quedado con hambre, yo no uso chistes negros ni groserías, todo es humor blanco", explica Lucky.
Para sostener a sus hijos Miguel trabaja 24 por 24 horas, sin día de descanso, de día es payasito y de noche guardia de seguridad privada, sólo de esa forma obtiene el dinero suficiente para no padecer hambre.
"Trabajo para una empresa, y cuando descanso me vengo a los camiones".
En su mochila lo lleva todo, el peto (pantalón de payaso), sus maquillajes e incluso algo para comer.
En la jardinera extiende todos sus accesorios mientras platica, entre ellos sus audífonos y unos lentes oscuros, son sus gafas de sol que usa mientras se maquilla.
"Hay que estar chido, relax antes de empezar el show", dice Lucky Boy.
La competencia por los camiones, es cada vez más difícil para los trabajadores ambulantes como Lucky, pues los contadores electrónicos en las unidades del transporte público les impiden que suban a realizar sus funciones. Eso obliga a mayor competencia y en el centro de la ciudad, la plaza la dominan unos cuantos payasos.
“Hay buscarle, hacerte amigo de los choferes, sólo así puedes conseguir morralla”, lamenta Lucky.
Pero el payasito ha sabido buscarse la vida: “Aquí está mi tarjeta para cuando se les ofrezca, hago todo tipo de show”, explica Pelos Tiesos, mientras saca su tarjeta de presentación.