El caso de "El Coqueto", César Armando Librado, un microbusero de la Ruta 2 en Tlalnepantla, cimbró el país al ser detenido en 2012 y confesar que había asesinado al menos seis de sus pasajeras luego de violarlas. La aparición de "El Coqueto", definió entonces para la autoridad, un pefil feminicida en el Estado de Mexico.
Luego con la aparición del llamado "Monstruo de Ecatepec", y el asesino de la niña Valeria a bordo de otra unidad de transporte público, pareciera que el perfil se repetía: homicidas que coincidían en patrones.
Sin embargo, en la opinión del Doctor Enrique Navarrete Sánchez, profesor investigador de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), no existe un perfil feminicida único, pues existen una serie de factores que hacen irrepetibles los actuares de los mismos. Se genera una "mutación" social de los agresores, a la que están propensos la mayoría de los hombres.
"Entramos a una condición de homologar, y que está reflejando en diferentes escenarios, pero no es cierto, debemos verlo con una perspectiva de heterogeneidad, cada caso debe ser atendido de forma especial, no podemos construir de manera general un perfil de este tipo", sostuvo el especialista en entrevista para este diario.
MULTIFACTORES
De acuerdo con los estudios realizados por Navarrete Sánchez, para identificar un perfil feminicida, se requiere considerar variables como el estrato social, la condición educativa, laboral, formación del sujeto, e incluso la religión que profesa.
Esto conlleva a que los peritos y criminólogos a que deben abordar las investigaciones de los casos de una forma heterogénea.
"Cuando se elabora un perfil (homicida), entramos a un parámetro, en la que decimos (los especialistas), la mayoría va caer aquí, pero cuando está mayoría comienza a salir de la curva normal, entramos a algo que se llama variaciones de conducta, desviaciones sociales".
"Y en ese parámetro, puede caer cualquiera", advierte el Doctor Enrique Navarrete Sánchez.
NUEVOS ESCENARIOS FEMINICIDAS
El Doctor Navarrete explica que los nuevos escenarios exponen la adaptabilidad social y el acondicionamiento social, que se refleja en la normalización de la violencia.
"Si no lo aceptamos en su totalidad, lo decimos como algo que puede pasar, o como la referencia social de algo que ya ha ocurrido, eso hace que los feminicidas tengan un escenario libre", argumentó.
Dice que es una mutación social que se construye, se acomoda para evitar el conflicto emocional de lo que se debe hacer.
"Las víctimas ya saben cómo comportarse, porque hay un aprendizaje social de lo que es la violencia", dice el especialista.
ENTRAMADO CATEGÓRICO
El Doctor Enrique refiere que en el estudio de fenómenos como los feminicidios y sus actores, se debe abordar diversas disciplinas en un mismo entramado, que conlleve a explicar desde diversas categorías, las razones y causas de las agresiones.
"Son diversas disciplinas, antropología social, psicología social, derecho, también hay que reeducar a los sujetos que participan en el proceso de impartir justicia y algo que no está lejos de detonar para explicar los casos, y que son las razones espirituales de los homicidas", revela el psicólogo de la UAEM.
Asimismo, se refiere a la transdisciplina, que es el análisis de todos los actores que participan en un mismo hecho, y aquí incluso se considera tanto el papel de las autoridades de impartir justicia, como los entes sociales y medios de comunicación.
REEDUCAR
Para abordar el fenómeno de forma eficiente, el especialista explica que se requiere de la prevención social de los delitos, que se logra con extinguir los escenarios en los que se crean los homicidas potenciales.
Expuso que actualmente en el sistema educativo no existen materias relacionadas a la educación emocional y familiar.
"Si el victimario encuentra un escenario de anonimato, se potencia su intención de agresión, si no tiene razón, tiene pulsión (instintos) para actuar, y si el contexto social, da el reforzamiento, lo logra", advierte el especialista.
También advierte que los programas sociales, deben estar encaminados, no sólo a prevenir y educar a la mujer para no ser violentada, también a los hombres, o en su caso, a los victimarios.