Con una corbata rosa que simboliza su presencia y compromiso, Nancy se sienta detrás del volante seis días a la semana, recorriendo la ruta Tollocan Norte a bordo de un autobús de la línea Intermetropolitano.
Desde hace dos años, su vida cambió al tomar un rol que tradicionalmente ha sido ocupado por hombres: operadora de transporte público.
'Me siento muy a gusto manejando, soy feliz con lo que hago. Lo traigo en la sangre, todos los días salgo feliz de mi casa y regreso feliz. En parte lo hago por mis hijos', comparte la joven operadora, con una sonrisa que refleja su orgullo.
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Sus hijos, dice, están igualmente orgullosos de ella, pues saben que su madre no solo trabaja para mantenerlos sino también para transformar los roles de género en una industria que históricamente ha sido excluyente.
Con orgullo en la mirada reconoce que proviene de una familia de operadores del transporte público, lo que explica su conexión natural con esta labor.
Su hermana, quien trabaja en el Potrobús de la Universidad Autónoma del Estado de México, fue quien le enseñó a manejar autobuses y la animó a buscar trabajo en el ramo; sin embargo, su camino no ha sido fácil, pues admite que enfrentarse a comentarios y actitudes discriminatorias de algunos compañeros operadores ha sido uno de los mayores retos.
'A veces es difícil, pero trato de no tomarles tanta importancia para que no me ofendan o me agredan. Me enfoco en mi trabajo y en dar lo mejor para los pasajeros', relata con determinación.
Más allá de las adversidades, Nancy ha encontrado en su trabajo una oportunidad para impactar positivamente en la vida de las personas. En una ocasión, enfrentó a un hombre que acosaba a una pasajera en su autobús. No dudó en detener la unidad, encarar al agresor y expulsarlo.
'No puedo permitir que alguien se sienta inseguro en mi unidad. Es mi responsabilidad proteger a quienes confían en mi trabajo, sobre todo porque soy mujer y sé lo que se siente'.
También es común verla ofrecer asientos a madres que viajan con sus hijos en brazos o ayudar a los pasajeros con necesidades específicas.
El trabajo detrás del volante también le ha cambiado la percepción de la ciudad. Recorrer cuatro veces al día la ruta que conecta al Parque Sierra Morelos con la vialidad Alfredo del Mazo le ha permitido comprender las dinámicas urbanas y las necesidades de movilidad de los habitantes del Valle de Toluca.
Su labor no solo conecta puntos estratégicos, sino que también contribuye a derribar barreras sociales.
Por ello, Nancy está convencida de que su presencia al volante puede inspirar a otras mujeres a integrarse en roles que históricamente les han sido negados.
Su historia es un recordatorio de que romper estereotipos requiere valentía, pero también pasión por lo que se hace, pues sabe que no solo transporta pasajeros; con cada viaje, lleva un mensaje poderoso: las mujeres tienen un lugar en cada rincón de la sociedad, incluso detrás del volante de un autobús.