Ciudad de México, Méx.- Además de sufrir la falta de oportunidades para acceder a estudios de calidad y a trabajos bien remunerados, las organizaciones criminales que siembran el terror y la muerte, son una amenaza real para los jóvenes, señaló el obispo de Toluca, Francisco Javier Chavolla Ramos, quien les pidió sumarse a Dios, pues nunca los invitará a ser sicarios y mercenarios de ambiciones ajenas.
Acompañado por el obispo Felipe Arizmendi, así como el obispo auxiliar Maximino Martínez Miranda, presbíteros, seminaristas y poco más de 70 mil guadalupanos que participaron en la peregrinación anual a la Basílica de Guadalupe, el pastor de la diócesis de Toluca dirigió su mensaje a los jóvenes que conforman la iglesia diocesana.
“A ti, Virgen Santa, que llevaste en tu vientre al Salvador, nuestro Señor Jesucristo, y fuiste la Madre que gestó una nueva nación, quiero consagrarte a todos los jóvenes de nuestra iglesia particular de Toluca, y pedirte, que por tu intercesión poderosa, puedan encontrar en tu Hijo la esperanza que les impulse a colaborar en la construcción de una nueva nación y de una Iglesia renovada”, dijo.
"Es necesario queridos jóvenes -refirió en su homilía- que se hagan conscientes de la riqueza que representan para la patria e iglesia diocesana y que descubran el valor que tienen como personas, es decir, que sientan que su vida, sus manos, su historia valen la pena".
Sin embargo, resaltó que su esperanza está amenazada cuando en su familia, en la sociedad, en la escuela, en su grupo de amigos o en la comunidad eclesial les hacen sentir que no importan a nadie, “su esperanza está amenazada también cuando les hace creer que sólo tienen valor si poseen dinero para vestir ropa de marca y estar a la moda, o, incluso, para comprar el cariño de los demás”, refirió.
"Pero también -enfatizó Chavolla Ramos- tienen que enfrentar la falta de oportunidades para acceder a los estudios de calidad y a trabajos bien remunerados, pero más aún, su esperanza también está amenazada por la presencia de organizaciones criminales, que siembran el terror y la muerte en la población juvenil, utilizándoles para fines mezquinos, con promesas que no son reales".
Por ello, les hizo un exhorto para que reconozcan que la base de su esperanza está en Jesucristo, “aunque a veces todo parezca pesado y que el mundo se les viene encima, no se suelten de la mano de Jesús. Si se caen, permítanle a él que los levante; nunca se aparten de él”, aclaró.
Con Cristo -detalló la autoridad eclesiástica- es posible creer que la vida vale la pena, que vale la pena ser fermento, ser luz, ser sal en medio de los amigos, del barrio, de la comunidad, de la familia, por tanto, afirmó que no deben dejarse excluir, devaluar o tratar como mercancía.
Cristo -estableció- será quien les brinde la esperanza, pues nunca los invitaría a ser sicarios ni mercenarios de ambiciones ajenas, nunca les mandaría a la muerte, “él los llama amigos y lo que ofrece es vida; una vida en familia, en comunidad, a favor de la sociedad. Nunca dejen la familia, pues, es la base de la construcción de una gran nación”, insistió.
Invito a toda la comunidad diocesana a asumir con valentía profética el desafío ético y anticívico que el narcotráfico representa para la juventud y para la sociedad, comprendida la Iglesia, sin caer en meras condenas genéricas, “con la fuerza del Evangelio, hemos de evitar que continúen perdiéndose tantas vidas de jóvenes, sea la vida de quienes mueren como víctimas o la de aquellos que, delante de Dios, tendrán siempre las manos manchadas de sangre, aunque tengan dinero miserable y la conciencia adormecida”, asentó.
Quiero decirles a los jóvenes, finalizó Chavolla Ramos, que se sienten llamados al ministerio sacerdotal, a la vida consagrada o al matrimonio, “que seguiremos trabajando en comunión y de manera orgánica, para que en este cambio de época podamos ofrecerles procesos serios de formación integral, que les permitan responder de manera consciente, madura y responsable a su vocación”.