Diagnosticar el trastorno del espectro autista (TEA) puede ser complicado pues no existe una prueba médica como el análisis de sangre para hacerlo. Por ello, los médicos evalúan el desarrollo del niño y su conducta para realizar el diagnóstico.
Así, una vez que se confirma que una persona padece autismo, es importante que los padres de familia se concienticen sobre esta condición de vida –que no tiene cura– y busquen ayuda profesional, y no de charlatanes.
En ese sentido, Nadya Luz Velasco Castellón, maestra en psicología con especialidad en intervención educativa del autismo, recomendó la atención temprana de esta condición de vida, llevando a los niños a una evaluación para realizar el diagnóstico correspondiente.
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“Hace tres o cinco años llegaban los padres de familia con niños de entre los tres y cinco años para realizar el diagnóstico, pero ahora lo hacen al año y medio o dos, es decir, ya existe mayor conciencia sobre la vigilancia en el desarrollo de sus hijos”, apuntó.
Afortunadamente, dijo, son los padres de familia los que ya están buscando respuesta; aunque en algunos casos es entendible que se resistan al diagnóstico del autismo y busquen más de una opinión de especialistas, ya sea neurólogos o psiquiatras.
“El diagnóstico es nuestro punto de partida, de ninguna forma es el hasta aquí. Para algunos padres somos una guía sobre lo que pueden y no deben hacer; pero de igual forma les brindamos terapia para que suelten todo aquello que les preocupa, porque todos esperan respuesta a ciertas expectativas, evitando la frustración y el agobio”, aseveró.
Diagnóstico
Velasco Castellón comentó que cuando las personas empiezan a enfrentar mayores retos a nivel social, es cuando comienzan a identificar que algo pasa con ellos.
Sin embargo, subrayó, es en las escuelas en donde comienza a identificarse cierto comportamiento autista, ya sea en la parte de comunicación, en la forma en la que hablan o la resistencia a la parte de interacción social.
“Cada persona presenta la sintomatología de manera particular y para que podamos hacer un diagnóstico requerimos de una buena observación clínica, de una entrevista a profundidad con los padres de familia y de aplicar una serie de instrumentos que nos lleven a confirmar o descartar el espectro autista”, mencionó.
En cuanto a la percepción de la realidad, depende de cada persona autista, porque hay jóvenes que presentan esta condición, y afirman que existe caos en su exterior, porque son muy estructurados y les gusta el orden.
“Para nosotros, por ejemplo, es muy importante un saludo y que miremos a los ojos, pero para las personas en esta condición no es tan relevante. Por ello, no es que mediante una intervención psicopedagógica que vaya eliminarse el autismo, sino que los ayudamos”, apuntó.
Además, consideró que un punto positivo es que en la actualidad se conoce más sobre esta condición de vida y la sociedad es más empática, brindando una intervención adecuada.
“Más allá de espacios especiales para personas con autismo, necesitamos una sociedad más empática, la cual entienda que existe una parte de la población que percibe los estímulos e interactúa de manera distinta, y debemos aceptarlos”, manifestó.
Precisó que tanto los Centros de Atención Múltiple (CAM) como los Centros Especializados de Atención Primaria a la Salud (Susars), representan un apoyo para los menores que presentan esta condición, al igual que para los maestros y los padres de familia.
La también maestra de Educación Especial indicó que las personas con autismo siempre podrán adquirir nuevas habilidades y socializar en un ámbito regular, mejorando su calidad de vida a nivel terapéutico y escolar.
No existe gen en particular
La especialista negó que exista un gen en particular que determine esta condición de vida y más bien se tiene una combinación de genética, aspectos no genéticos y ambientales.
“Hasta ahora científicamente no se ha identificado que exista un gen que determine esta condición de vida”, señaló.
También pidió tomar en consideración que no se puede señalar que todas las personas con autismo poseen una mente similar, pero tienen un pensamiento visual, por lo que van al detalle de las cosas más que a la generalidad.
Agregó que el autismo se diagnostica por observación, es decir, los primeros en identificar que algo pasa son los papás, sobre todo en edades tempranas -primeros años de vida-, aunque existen casos de jóvenes o adultos que solicitan un diagnóstico, porque identifican una serie de características a las cuales ponerle el nombre.
Por ende, añadió, los primeros en observar características o comportamientos específicos son los papás, los maestros o pediatras.
“Como especialistas, debemos realizar una entrevista clínica y aplicar instrumentos específicos que han sido desarrollados para identificar la condición del espectro autista, y así saber en qué nivel se encuentran las personas en esta condición”, refirió.
Tratamiento
En cuanto al tratamiento, se puede dividir en farmacológico –lo ven los neurólogos- y psicopedagógico. En este último, es importante identificar metodologías con evidencia científica, porque lamentablemente muchos padres de familia se enfrentan a la parte de charlatanería, de personas que les ofrecen tomar sustancias que le van a quitar el autismo.
“Hasta ahora el autismo no tiene cura, por lo tanto, las sesiones psicopedagógicas van enfocadas a mejorar, disminuir los retos y a potencializar, así como a generar nuevas habilidades, para que las generalicen en sus diferentes contextos”, enfatizó.
También existe la terapia cognitiva-conductual que trabajan con jóvenes y adolescentes, y que favorecen dichos pensamientos.