Toluca, México.- Las filas al acceso del Hospital del Niño, nunca terminan. Sobre las jardineras y en lo frío del asfalto reposan cuerpos cansados de esperar. Con la enfermedad por delante, sin poder despegarse por el temor a que los llamen desde el megáfono por una urgencia.
Graciela y Beatriz así llevan todo diciembre, durmiendo en un pedazo de cartón como cama y un par de cobijas. Al igual que la mayoría, son madres de pequeños que luchan por su vida en el nosocomio.
La Navidad así fue para ellas y el Año Nuevo será igual. No hay festejo, sólo espera.
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Llegué desde el cinco de diciembre, y no he ido a la casa, sólo me traje mi cobijita y aquí estoy siempre esperando a que me llamen.Graciela Torres, madre de Cristian, niño de dos años de edad que fue operado por un tumor en el hígado.
Beatriz Robles relata una historia similar, llegó hace 10 días con su pequeña María Judith que padece de Neumonía. El diagnóstico aún es incierto y debe aguardar mejores noticias.
Sí, hace mucho frío, sobre todo en las noches, a mí me toca entrar al hospital hasta tres veces en la noche porque mi niña no quiere comer ni dormir.Beatriz.
Las dos mujeres descansan un poco sentadas sobre unos tabicones, arropadas con chamarras y sus rebozos que les cubren parte del rostro. Graciela luce con unos pants y calcetas gruesas. Todo lo que les cubra del frío es bueno para ellas.
Graciela proviene de San Nicolás Guadalupe, San Felipe del Progreso, es un recorrido de cuatro horas, revela. Junto con su hijo mayor resisten la espera en el albergue del DIF estatal instalado al lado del Hospital del Niño, mientras su esposo y el resto de sus hijos trabajan en el pueblo para enviarles algo de dinero.
“Mi esposo está sacando la cosecha y me trae algo de dinero mientras pasa este apuro con mi bebé”, externa la campesina. No hay sonrisas en su rostro, sólo preocupación.
En Año Nuevo aquí vamos a estar, pasando el frío y primeramente nuestro Santísimo Cristo que está allá arriba nos da fuerza.Graciela.
Beatriz Llegó del Contadero en Zinacantepec, es un poco más cercano pero aún así no puede retornar a su casa mientras María Judith está hospitalizada. De a ratos ingresa al albergue para descansar pero retorna de inmediato al andador de Paseo Colón preocupada de escuchar sondear su nombre.
A veces vienen y nos regalan pan y atole, eso ayuda un poco, también uno puede dejar una veladora a la Virgen y el Santo Niño ahí en la capillita.Beatriz
EL ALTAR DE COLÓN
El refugio de fe de las decenas de familias que esperan a diario a las afueras del Hospital del Niño, es un pequeño altar levantado con cartón y un poco de madera en el que se instalaron varios Niños Dios, cristos y la Virgen de Guadalupe. Le adornan pelotas y cochecitos con las fotos de los pequeños hospitalizados. Es un refugio donde a diario se reza.
Antonio, padre de otro pequeño que ha sido hospitalizado, se hinca para dejar una veladora y una breve oración, le busca espacio entre las otras que lucen siempre encendidas.
“Aquí uno puede venir y rezar, se siente mejor”, relata Antonio. Desde el micrófono no dejan de repetirse los nombres de los padres y madres que esperan.
A las afueras del hospital, las miradas se extravían entre charlas que hablan de recetas, diagnósticos, en cuentas para ver el gasto de la semana. No hay lugar para pensar si es Navidad o Año Nuevo.
