Un día sales de casa y te gusta alguien, conoces su forma de ser y deciden ser novios. Juntos comparten momentos especiales y se acompañan a las cenas familiares. Tras un tiempo comienzan las incómodas interrogantes de familiares o amigos: ¿Cuándo van a vivir juntos? ¿Y los hijos? ¿Ahora qué sigue?
Esa ha sido la experiencia de Kenia y Jorge, adultos jóvenes que llevan más de cuatro años de relación formal, pero no están en sus planes tener hijos.
“Lo hemos hablado bastante, llevamos cuatro años de relación y nuestras familias nos están preguntando qué sigue, nosotros no tenemos ninguna prisa por el qué sigue, pero si es bastante incómodo por las normas sociales, ya llegamos a cierta edad dónde nos dicen que ya nos toca”, explicó Kenia Bibiana Valdés Briseño.
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Ambos consideran que no cuentan con la edad, la preparación emocional, ni con los recursos económicos para tener hijos. “Como pareja no estamos acostumbrados a andar y decir: sentémonos y pongamos las reglas, más bien vas dejando que las cosas vayan apareciendo, pero no está bien”, confesó Jorge Antonio Ortega.
Hoy día, la juventud ha sido enfática al expresar su poco o nulo interés por formar una familia con hijas o hijos propios, pues consideran que la responsabilidad que conlleva traer un nuevo ser al mundo no es tarea fácil.
Y resaltan que situaciones como la estabilidad financiera, la compatibilidad con los planes de la vida futura o, simplemente, por la comodidad a la que están acostumbrados, son razones por las cuáles no traerían a más personas a este mundo.
¿Hijos? ¡No!
Esta visión no es exclusiva de aquellos jóvenes que viven en pareja, sino también de los que aún son solteros, pues tienen prioridades como el estudio o el trabajo.
Para Emiliano Alcaraz, un joven de 18 años, su principal meta es continuar preparándose académicamente. “Tengo muy claro que no, no me gustaría, no es mi meta, ni a corto, ni a medio, ni a largo plazo”.
“Sólo se debería de tener (hijos) si se tienen los recursos necesarios y pues, hoy en día, la vida está muy cara y es muy difícil, por lo que me cuesta trabajo encontrar una solución de mantener a otra persona, además de mí”, asentó.
Esta visión también la comparte Joanna Vásquez una joven de 21 años que estudia y trabaja. “Para empezar, tener hijos es ser una persona muy responsable en cualquier aspecto. Pues un hijo, además de una responsabilidad económica, requiere de una responsabilidad afectiva”, explicó tras aclarar que esta decisión no debe de ser entendida como el “temor a la responsabilidad”.
Para Alejandro Gutiérrez Cedeño, coordinador del Centro de Estudios y Servicios Psicológicos Integrales de la Universidad Autónoma del Estado de México, la forma de pensar de los jóvenes de no tener hijas o hijos propios, se puede traducir en términos de desarrollo personal, individual y/o crecimiento profesional.
En términos de una libertad, que no los ate absolutamente nada, ni el trabajo, ni la familia.
“(Los jóvenes) quienes ya trabajan, están más en la disposición de invertir en ellos, en estudios de posgrado, en viajes, pero no en una condición que seguramente la han entendido: lo que cuesta e implica mantener, educar, proteger y vigilar a un hijo”, explicó.
Costos por un nuevo bebé
Instituciones bancarias como BBVA han calculado a través de plataformas digitales de sus clientes que el gasto de las familias que tienen un niño de hasta tres años se incrementa un 10% respecto a las que no han tenido un bebé.
Según BBVA Research, el mayor gasto de familias con hijos se registra en la alimentación, de no ser exclusivamente materna en los primeros meses. Seguido por el vestido y calzado, en los que el gasto es de 1.3 puntos porcentuales más que en los hogares sin hijos; educación con 1.2% más, y el mobiliario, con 0.9%.
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En México, según la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros, se necesita un ahorro de alrededor de 260 mil pesos para solventar los nueve meses de gestación y los nueve primeros de vida del bebé.
Además gastos adicionales como en transporte, con un 0.7%, el ocio, los restaurantes y hoteles, en 1.9%, por mencionar algunos.
Piden sustentabilidad
Además del factor económico, Emiliano, Joanna, Kenya y Jorge también coincidieron en señalar sobre la carencia de condiciones en la tierra para seguir sobrepoblándola, debido a la disminución de recursos naturales, además del encarececimiento de la vida.
“Creo que el planeta está ahorita en un momento de, si bien, no una crisis, no estamos tan lejos de una, por lo tanto, el traer una vida también considero que es algo relativamente irresponsable”, explicó Emiliano Alcaraz.
La idea de Emiliano tiene sustentos sociológicos y culturales, pues a esta generación se le ha educado e inculcado que una familia pequeña tiene mejor calidad de vida en comparación con la de sus padres o abuelos.
“Es un tema hasta sociológico, es un tema de control de natalidad que tuvo un efecto que no se visualizó y que de ahí tenemos el primer argumento de que es una evolución histórica. Nos creímos mucho eso de que la familia pequeña vive mejor y hoy lo estamos reduciendo a nada”, refirió el coordinador del Cespi.
La adopción, alternativa
“Hay muchos niños que están dados en adopción y que no tienen un hogar, entonces, ¿para qué traer más pequeños si pudieras adoptar a uno?”, sugirió Joanna Vásquez, para aquellos que desean criar un hijo.
En cambio, Emiliano se pregunta qué tan necesario es formar una familia con hijos para garantizar una vejez digna. No sería “justo” para nadie, asegura, pensar en tener hijos para que sean sus cuidadores en un futuro.
“Lo veo que es un poco egoísta, pensar que uno debe de tener hijos para tener quién lo cuide, lo respeto, pero no lo comparto”, dijo.
El joven considera importante trabajar y ahorrar para la vejez, de que se puedan pagar a personas que den cuidado. Y da un consejo a aquellos jóvenes que estén planeando concebir a un nuevo ser.
“De acuerdo a su contexto, actúen, no creo que sea conveniente estar teniendo hijos desde tan joven, te detienes mucho. Sin embargo, si una persona, su camino de vida era de una manera y lo defina así, pues lo respeto, es su problema”, comentó.
Estabilidad emocional
El coordinador del Cespi destaca también el tema de la responsabilidad emocional, el cual forma parte del desarrollo personal de los jóvenes, sobre todo para aquellos que viven en el confort del hogar.
“Esa sensación de bienestar no les ha permitido generar una condición de sufrimiento, de malestar, de luchar por cosas muy particulares, entonces me parece que los tenemos bastante cómodos.
Hoy me parece que los jóvenes… no es un tema de inseguridad, más bien es un tema de desarrollo personal, de metas más personales”, concluyó.
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Asimismo, agregó, al planear tener un hijo, se tiene que pensar en la responsabilidad afectiva y social, no sólo en los sentimientos que puede generar un hijo propio. Saber en qué escuelas estudiarán o cuáles serán los espacios seguros para que los niños se puedan desarrollar emocionalmente.
Factores como estos dificultan que los jóvenes se hagan independientes de la casa de los papás, y que por ende se responsabilicen de una familia, aunque vivan en pareja.
Mejor mascotas
Para Kenia y Jorge es mejor tener mascotas. Con ello dimensiona el sentido de la responsabilidad financiera y emocional a la que se enfrentarían como jóvenes criando a un nuevo ser.
“Es mucho más fácil sacar a pasear a un perrito que vivir con un infante”, considera Jorge, joven abogado de profesión.
“Un día me voy al trabajo, lo dejo aquí, encerrado, y me voy al trabajo, y se me pone triste, y con un niño no es así, un niño requiere atención”. De ahí que lo vea como un desgaste.
Respecto de su actual relación, señala que si en algún momento de la vida, alguno de los dos desea tener hijos o está dentro de sus planes de vida, tendrían que hablarlo.
Al respecto, Gutiérrez Cedeño explicó que no es un trauma psicológico el que se sustituyan a los hijos propios por animales, pues estas acciones hablan de un sentido de responsabilidad afectiva y de acompañamiento por parte de la juventud.
Hay una generación actualmente que se va más por las mascotas y las atienden como si fueran hijos, les invierten mucho dinero.
“(El sustituir hijos por mascotas) no tiene que ver con una frustración o un trauma, no, no, a veces es más bien: no tengo hijos, pero si tengo un vínculo con el cual pueda yo responsabilizarme, es en un acto de responsabilidad”, refirió.
Aunque no descarta que sea una cuestión patológica de personas que provengan de hogares disfuncionales dónde hubo violencia, maltrato, abandono o irresponsabilidad.
“Evidentemente, no quieren seguir patrones familiares. Claro que también va a haber una parte patológica, sin embargo, serían los menos, hoy más bien es la cultura”, concluyó.
Matrimonios o divorcios
De acuerdo con el Inegi, en el 2020 se registraron 335 mil 563 matrimonios; sin embargo, también se contabilizaron 92 mil 739 divorcios en todo el país. Por lo que a nivel nacional hubo 28 divorcios por cada cien matrimonios celebrados.
En el Estado de México, la cifra fue de 22 divorcios por cada 100 matrimonios. A nivel nacional, desde 2015, el contraer matrimonio ha mostrado una tendencia a la baja, mientras que los divorcios registran una tendencia al alza. En 2015 hubo 558 mil 22 matrimonios, por 123 mil 883 divorcios, es decir, 22 divorcios por cada 100 matrimonios.
En 2016 se registraron 543 mil 749 matrimonios, 14 mil 273 menos que en 2015 y los divorcios aumentaron a 139 mil 807, por lo que hubo 26 divorcios por cada 100 matrimonios. En 2017 se registraron 528 mil 678 uniones y 147 mil 581 separaciones. Hubo 28 divorcios por cada 100 matrimonios.
Para 2018 hubo 31 divorcios por cada 100 matrimonios a nivel nacional, al registrar 156 mil 556 divorcios por 501 mil 298 matrimonios y en 2019 hubo 504 mil 923 matrimonios, pero también hubo más divorcios, es decir, 160 mil 107, por lo que se alcanzó el máximo histórico de 32 divorcios por cada 100 matrimonios.