/ viernes 10 de febrero de 2017

Otomíes de Temoaya usan música para no perder su identidad

Temoaya, México.- La música y lavida en sus años de juventud llevaron lejos a Leodegario Morales,un cantautor otomí del pueblo Enthavi y quien luego, por el amor asus raíces, desdeñó “el norte” y la vida en los suburbiospara convertirse junto con su grupo Los Yunteros en promotores desu lengua.

El intérprete de música en otomírecuerda que antes de dedicar su vida a las partituras y canciones,hizo de todo; un rato en trabajos de fabricas, unos días dealbañil, aunque a lo que más le “pegó”, como dice en suspalabras, fue al comercio, labor con la que recorrió lascarreteras del país, cargado con escobas, trapeadores y cepillosde plástico.

Unos días en Tepic, de ahí aGuadalajara, a las ferias, después Querétaro y remataba enMazatlán, donde pasaba las noches únicamente acompañado de suguitarra a la que raspaba por horas para componer sus nuevascanciones en su lengua.

Viajé mucho yconocí también mucho, era otro mundo, pero nunca me olvidé de mipueblo, por eso creo componía mis canciones para recordarlo ysiempre en mi lengua que es el otomí”, recordóLeodegario.

Así duró casi 18 años y en todoese tiempo, siempre como la mercancía que cargaba, iba suguitarra, fiel compañera de las carreteras, porque comprendía quesu labor más importante en la vida, era hacer música para supueblo, como su granito de arena para conservar laidentidad.

En su comunidad, a Leodegario y susotros tres compañeros, los conocían como Los Yunteros de Enthavi;grupo de música tradicional otomí que llevaron la historia de supueblo a diversos festivales nacionales y estatales.

Y como en toda historia de músicosde pueblo Los Yunteros también amenizaban bodas, bautizos, fiestadel pueblo, mañanitas e incluso velorios.

Con un programadel gobierno pudimos conseguir los instrumentos, una guitarra, unviolín, el tololoche y el banjo, instrumento tradicional) con esoempezamos a tocar las canciones tradicionales de aquí, por loregular para ir a sacar a la novia y llevarla a la iglesia,mientras ella se está poniendo su vestido, nosotros estamostocando a fuera de su casa”, relató el cantautorindígena.

Su grupo de Los Yunteros grabóvarios discos, -como dice Leodegario- no de manera profesional y dealtas ventas, pero se metieron a los estudios degrabación.

La verdad puesno somos profesionales como tal, pero sí hemos grabado ahí unosdiscos, lo que más nos interesa a nosotros, pues es rescatarnuestra música otomí y por eso nos dedicábamos y ensayábamosunas tres veces por semana”, explicó.

De acuerdo al último censopoblacional del INEGI, en la entidad existen 370 mil habitanteshablantes de alguna lengua indígena, que se concentranprincipalmente en municipios como Temoaya, San José del Rincón ySan Felipe del Progreso.

Actualmente Leodegario se dedica asu familia, pero aunque no tiene necesidad de irse de músicoambulante o tocar en bodas, dice que lo haría si pudiera y hastaque sus dedos y la inspiración para componer y tocar suinstrumento, no le fallen, pues nació con la música y quieremorir con ella.

-¿Quiere que lo entierren cantandoy toquen sus canciones?

-Sí, eso sería lo último que yoles pediría a los que se quedan.

Temoaya, México.- La música y lavida en sus años de juventud llevaron lejos a Leodegario Morales,un cantautor otomí del pueblo Enthavi y quien luego, por el amor asus raíces, desdeñó “el norte” y la vida en los suburbiospara convertirse junto con su grupo Los Yunteros en promotores desu lengua.

El intérprete de música en otomírecuerda que antes de dedicar su vida a las partituras y canciones,hizo de todo; un rato en trabajos de fabricas, unos días dealbañil, aunque a lo que más le “pegó”, como dice en suspalabras, fue al comercio, labor con la que recorrió lascarreteras del país, cargado con escobas, trapeadores y cepillosde plástico.

Unos días en Tepic, de ahí aGuadalajara, a las ferias, después Querétaro y remataba enMazatlán, donde pasaba las noches únicamente acompañado de suguitarra a la que raspaba por horas para componer sus nuevascanciones en su lengua.

Viajé mucho yconocí también mucho, era otro mundo, pero nunca me olvidé de mipueblo, por eso creo componía mis canciones para recordarlo ysiempre en mi lengua que es el otomí”, recordóLeodegario.

Así duró casi 18 años y en todoese tiempo, siempre como la mercancía que cargaba, iba suguitarra, fiel compañera de las carreteras, porque comprendía quesu labor más importante en la vida, era hacer música para supueblo, como su granito de arena para conservar laidentidad.

En su comunidad, a Leodegario y susotros tres compañeros, los conocían como Los Yunteros de Enthavi;grupo de música tradicional otomí que llevaron la historia de supueblo a diversos festivales nacionales y estatales.

Y como en toda historia de músicosde pueblo Los Yunteros también amenizaban bodas, bautizos, fiestadel pueblo, mañanitas e incluso velorios.

Con un programadel gobierno pudimos conseguir los instrumentos, una guitarra, unviolín, el tololoche y el banjo, instrumento tradicional) con esoempezamos a tocar las canciones tradicionales de aquí, por loregular para ir a sacar a la novia y llevarla a la iglesia,mientras ella se está poniendo su vestido, nosotros estamostocando a fuera de su casa”, relató el cantautorindígena.

Su grupo de Los Yunteros grabóvarios discos, -como dice Leodegario- no de manera profesional y dealtas ventas, pero se metieron a los estudios degrabación.

La verdad puesno somos profesionales como tal, pero sí hemos grabado ahí unosdiscos, lo que más nos interesa a nosotros, pues es rescatarnuestra música otomí y por eso nos dedicábamos y ensayábamosunas tres veces por semana”, explicó.

De acuerdo al último censopoblacional del INEGI, en la entidad existen 370 mil habitanteshablantes de alguna lengua indígena, que se concentranprincipalmente en municipios como Temoaya, San José del Rincón ySan Felipe del Progreso.

Actualmente Leodegario se dedica asu familia, pero aunque no tiene necesidad de irse de músicoambulante o tocar en bodas, dice que lo haría si pudiera y hastaque sus dedos y la inspiración para componer y tocar suinstrumento, no le fallen, pues nació con la música y quieremorir con ella.

-¿Quiere que lo entierren cantandoy toquen sus canciones?

-Sí, eso sería lo último que yoles pediría a los que se quedan.

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