Los otomíes de Toluca tomaron sus bicicletas, salieron de sus delegaciones y visibilizaron que son ellos los usuarios relegados, los que "torean" el peligro de las calles de la ciudad para llevar el pan a sus mesas y quienes exigen que la ciclovía de Isidro Fabela deje el papel para convertirse en una realidad.
Para César Bonifacio, quien se reconoce y asume como parte de la comunidad indígena de Toluca y es vecino de San Cristóbal Huichochitlán, es necesario que se dignifique el pedaleo de miles de personas que usan la bicicleta como medio de transporte no por moda o salud, ni siquiera por una consciencia ambiental, sino porque los ingresos no les dan para utilizar otro. Él fue uno de los 300 ciclistas que este domingo protestaron en las calles de Toluca para exigir infraestructura ciclista digna, pues la considera urgente.
Todos los días, dijo en entrevista con El Sol de Toluca, sale de su casa para dirigirse al centro de la capital mexiquense y lo hace por Isidro Fabela, en compañía de tres o cuatro, incluso hasta cinco de sus vecinos. Pedalean en grupo para “estar a las vivas”, para cuidarse unos a otros, pues en las calles no solo encuentran conductores agresivos, también autos estacionados y hasta las puertas de los vehículos abiertas, lo que constituye un riesgo para ellos.
“Está mal que solo piensen en dónde van a estacionar los coches de los comerciantes, está mal que valgan más que una vida. Hemos vivido muchos accidentes, nos tiran, nos abren las puertas de los coches, muchas cosas que la gente no quiere ver”, comentó.
Junto a él, rodaron sus vecinos, sus amigos, los habitantes de San Pablo Autopan y los de San Andrés Cuexcontitlán. Hoy 22 de septiembre, los pueblos originarios decidieron unirse para reclamar su pertenencia en las calles y el espacio público.
Conscientes, reconocieron, de que el proyecto que ya está licitado y cuenta con un presupuesto de 16 millones de pesos para aplicación inmediata (de acuerdo con datos proporcionados por el secretario de Movilidad, Daniel Sibaja), puede cancelarse y redirigirse fuera del municipio, decidieron alzar la voz.
Al respecto, Ricardo Mendieta, ciclista y activista otomí, lamentó que el obstáculo más grande sea el que los comerciantes se oponen a dejar libre un espacio para una comunidad que, consideró, ha sido relegada desde la Conquista a la zona de la periferia, desplazada y marginada.
Con el altavoz en mano, Mendieta recriminó la posición del Ayuntamiento de Toluca, de los comerciantes y de la Secretaría de Movilidad, al considerar que la ciclovía de Isidro Fabela se les ha negado bajo criterios sustentados en la discriminación.
“No van a implementar ninguna ciclovía, eso ya lo sabemos, entonces ya hemos previsto nuestras rutas, la jurídica, la de acción directa y la de acción mediática para seguir luchando para que se implemente ésta y más infraestructura ciclista”.
Asimismo, lamentó que la actuación de la SEMov en torno a la discusión por la ciclovía es en detrimento de los otomíes y en favor de los locatarios, al considerar que estos últimos van en la ruta de convertir el espacio público en propiedad privada.
“Es un odio hacia lo diferente, no les interesa otra cosa más que decir que no les importamos y esa es la discriminación y el racismo que se ha tenido desde siempre en contra de los pueblos originarios. Van a seguir las manifestaciones”.
El contingente comenzó a nutriste en Cuexcontitlán, después en Autopan, en Huichochitlán y por último en el monumento conocido como La Maquinita, en Isidro Fabela. Al grito de “Sí a la ciclovía” y “Ni una muerte vial más” avanzaron sobre esta vía hacia el centro de Toluca. Una ruta que recorren todos los días, en la que incluso han muerto dos ciclistas en el último año, arrollados por el transporte público.
Es una lucha por la inclusión
Dentro del contingente también estaba Gustavo, quien hace un año y tres meses sufrió una fractura en la columna por lo que no tiene sensibilidad ni movilidad del diafragma hacia abajo. Para él, utilizar su handbike, en la que emplea sus brazos como “combustible” es una afirmación de autonomía.
Originario de San Lorenzo Tepaltitlán, señaló que rueda hacia el centro de Toluca los fines de semana, por lo que la infraestructura ciclista es vital para él.
“Además tengo un amigo en Calixtlahuaca y me gustaría mucho ir a verlo, pero ahorita no uso Isidro Fabela porque es muy peligrosa”, dijo.
También rodaron mujeres y las infancias, esto para visibilizar -argumentaron- que la necesidad de espacios seguros e inclusivos no es un lujo o algo que pueda someterse a consideración de lo que calificaron como “cúpulas de poder”, sino un derecho de todos los usuarios de las vías que debe hacerse valer desde los gobiernos y respetarse por todos los integrantes de la sociedad.
De acuerdo con estudios del Ayuntamiento de Toluca, todos los días ruedan por Isidro Fabela hasta 2 mil 500 personas, en su mayoría de la región otomí.
Cabe destacar que será esta semana cuando se determine si al proyecto de la ciclovía de Isidro Fabela se le da carpetazo o comienza a edificarse.