El hombre mira las calles de la "bella ciudad" por primera vez después de un mes. Impactado observa que hay más policías, bomberos, paramédicos y cadetes que civiles. Desde que inició la cuarentena por el Covid-19 los ciudadanos "desaparecieron" y pareciera que los uniformados ganaron terreno en el asfalto y las plazas públicas.
EL CHACHARERO
Sobre la calle Santos Degollado, en una banqueta y al lado de una farmacia, el chacharero mira fijo a una cámara que lo enfoca. Está custodiado por dos hileras de antimotines. Se pone la mano al rostro y no pierde la mirada extrañada a la lente. Es el único que repele los operativos que arrasaron con el comercio informal en el primer cuadro. Al único que no levantaron y echaron sus bultos a la camioneta blanca sin placas.
Sobre el suelo tendió un hule, hay un osito blanco con una especie de casco plateado. También unos carritos y otros juguetes de madera. Entre el montón hay unos zapatos recién engrasados que intenta vender desde hace un mes.
El chacharero está sentado sobre un bote y se cubre el sol con una boina. Los policías metidos en botas y cascos contrastan al anciano. Porque ellos en su juventud vigorosa de los 30, cubren la mitad de sus rostros con los tapabocas y traen doble guante para no contagiarse.
El chacharero a sus 70 es el sector vulnerable del virus, pero eso no le inquieta.
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EL SOLDADO
A una plaza contigua, el soldado de la Guardia Nacional hace lo propio con el protocolo. La cámara lo captó en un segundo plano con el cubrebocas color azul puesto y una especie de careta transparente.
Charla con otro uniformado en sus rondines por el centro de la ciudad.
LAS CHELAS
Por una calle de la zona norte del municipio, la cámara capta a un albañil que supo de la posible ley seca y la escasez en la venta de chelas. Por eso carga en la canastilla una quinteta de "24s" y en un morral otros dos "seis". Por lo menos para dos fines de semana y el resto de días que dure la resaca.
"Más vale prevenir, que dejar el gusano seco", pareciera que expresa mientras pedalea su "bicla".
TAQUIZA
En otra avenida singular de la "Bella ciudad", un grupo de taqueros de canasta charlan a bordo de sus bicis sobre las bajas ventas que los ahorcan.
Han tenido que reducir los guisos, ya no hay de chicharrón, porque es más caro y el jornal se extendió unas horas más para acabar la canasta.
—Igual y le subo —pareciera que le dice uno al otro.
Los botes de salsa y las canastas cuelgan de las bicis mientras charlan.
Sería incierto y de pocos cuerdos decir que ya falta poquito y hay que aguantar, se repiten. La ciudad no ha parado, pero es cierto lo que asimila el hombre: la ciudad es terreno más de policías, bomberos que de civiles.