Para muchas trabajadoras del hogar contar con inscripción al Seguro Social es una opción poco viable, ya sea porque sus empleadores dicen no tener posibilidades económicas o por las horas que dedican al trabajo.
En entrevistas por separado, de tres empleadas domésticas sólo una tiene esa posibilidad porque tiene un solo empleo; en tanto, las otras dos limpian varias casas durante la semana, porque las condiciones y horarios les permiten atender sus responsabilidades familiares.
Carolina, mujer de 45 años de edad, se ha dedicado a limpiar casas desde antes de casarse, hace ya 27 años, empezó con una pareja de recién casados, los dos trabajaban y sólo ocupaban sus servicios dos veces por semana, pero le pagaban bien -250 pesos por jornada-, le daban una comida al día y sólo les dedicaba cuatro horas por jornada laboral.
Después, cuando la pareja compró casa en un fraccionamiento conoció a otras familias que pidieron referencias a sus empleadores sobre su comportamiento y al saber que era honesta, limpia y muy cumplida, se acercaron a contratar sus servicios, con lo que llenó los cinco días hábiles de la semana.
Al preguntarle sobre la opción de ser afiliada al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y gozar de los beneficios de la seguridad social, dice que no la necesita pues su marido tiene el servicio ya que trabaja como obrero en una fábrica y es parte de sus prestaciones.
Guadalupe dice que tuvo suerte, pues una pariente la llevó a la casa de una familia con la que trabajaba en uno de los fraccionamiento residenciales más grandes de Metepec, “yo iba a ayudar a mi tía por unos días, cuando la señora de la casa me llevó a limpiar la casa de una de sus hijas que estaba por casarse y ese mismo día me ofreció quedarme a trabajar con ella”.
El esposo de mi patrona tiene dos gasolineras y otros negocios, por eso desde que empecé a trabajar con ellos me dieron de alta en el Seguro Social, me pagan bien, me dan vacaciones pagadas y me respetaron la incapacidad de 35 días una vez que me operaron del apéndice, no tengo queja de ellos, aunque yo sí trabajo los sábados, medio día y mi horario de lunes a viernes es de las 9:00 de la mañana a las 5:00 de la tarde y tengo un sueldo de 175 pesos diarios.
Benita, la tercera empleada doméstica entrevistada, dice que trabaja con tres familias, son maestros jubilados dos de ellos y otra es una pareja de adultos mayores que viven de la pensión del señor de la casa, ellos sólo tienen una hija, pero vive en el extranjero, sólo les habla por teléfono y a veces les manda dinero, pero desde hace nueve años que estoy con ellos nunca ha venido a visitarlos.
Uno de los maestros me dijo que el gobierno federal quería incorporar a las trabajadoras domésticas al Seguro Social y que tanto los patrones como nosotras tendríamos que cubrir las cuotas y me preguntó si yo quería ir a pedir informes para conocer el trámite.
También me pidió que lo platicara con los señores de las otras casas donde trabajo y uno de ellos, el otro maestro jubilado de plano me dijo que él no tenía capacidad económica para apoyarme porque mantiene a sus nietos, ya que a su hijo lo mataron en un accidente de carretera.
Con esa respuesta yo me dije, para qué voy a solicitar informes, yo tampoco tengo dinero para pagar al Seguro Social aunque me represente beneficios, sobre todo para cuando esté viejita y ya no pueda trabajar, para mí lo más urgente es llevar la comida a mi casa y ayudar a mi hija con los 200 pesos que gano, pues es madre soltera y tiene tres niños.