Pese a que algunas presas mexiquenses se encuentran con niveles de almacenamiento superiores al 50%, no todas podrán alcanzar una recuperación sustancial al término de la temporada de lluvias a finales de noviembre de este año, debido a los diversos usos y la cantidad de líquido que se extrae, manifestó el investigador del Colegio Mexiquense, Iván Vilchis Mata.
Lo anterior obligará a las autoridades a replantearse una nueva estrategia de distribución de agua, sobre todo en las presas utilizadas para abastecer a la población del Valle de México y la Ciudad de México, como lo son la Villa Victoria y Miguel Alemán, de las cuales el Sistema Cutzamala es alimentado.
En entrevista para El Sol de Toluca, el especialista en temas del agua explicó que el panorama es grave, pues en los últimos cinco años en el Estado de México se han registrado diversos factores que impactaron de manera negativa en los niveles de almacenamiento de las presas, y no se prevé que la recuperación de estos embalses pueda darse en su totalidad ni siquiera para el próximo año.
Vilchis Mata adicionó que todas las presas tienen condiciones distintas por el tipo de manejo que tienen y aún cuando algunas pudieran tener un llenado alto, no podrían ser aprovechadas para el abastecimiento en las zonas urbanas e incluso rurales que estén próximas.
“Hemos tenido las consecuencias acumuladas de estos periodos de sequía y esta variabilidad que hemos tenido en cuestión meteorológica de precipitación y temperatura, entonces al haber una mayor temperatura el agua que tenemos tiene mayor evaporación, y en algunas donde hacemos un aprovechamiento de agua (Villa Victoria y Valle de Bravo) el impacto es mayor, tanto por la evaporación como por la extracción que se realiza”, comentó el investigador del Colegio Mexiquense.
Niveles de agua no se van a recuperar a corto plazo
En el caso particular de las presas mexiquenses que abastecen al Sistema Cutzamala, no se prevé que haya una recuperación en los niveles de almacenamiento registrados históricamente en los últimos años.
Muestra de ello es que a tres meses de iniciada la temporada de lluvias de este año, el sistema contaba con un almacenamiento total del 36.8%. Datos de la Conagua al 13 de agosto pasado referían que la presa Villa Victoria estaba al 29.4%, la Miguel Alemán al 32.6% y El Bosque al 51.9%, respectivamente.
“Si bien es cierto que ya en este año hemos podido observar volúmenes importantes de precipitación, no es para alentar de que ya vamos a regresar a niveles estables, porque las condiciones todavía no se han mejorado, yo creo que ni este ni en el próximo año esos embalses podrán llegar más o menos a sus condiciones de los medios históricos”.
Y aún cuando las presas logren recuperar sus niveles de almacenamiento que históricamente se habían registrado, no debe ser considerado como una victoria, advirtió el especialista, quien también argumentó que ante el crecimiento poblacional y la actividad comercial, industrial y agrícola, será necesario adoptar (realmente) medidas de aprovechamiento del agua de lluvia, lo que podría ayudar a “respirar” a las presas con la disminución de la demanda de extracción.
“El decir que vamos a tener los niveles normales o los históricos, tampoco nos garantiza que podamos tener ese abastecimiento correcto, porque normalmente el agua la estamos extrayendo año con año, y cada vez se extrae mayor cantidad o mayor volumen de agua, entonces el panorama es complejo, pero afortunadamente con las lluvias de este año, y esperemos el año que viene se continúe con ésta dinámica, podría ser viable la recuperación de los embalses”, externó.
El investigador Iván Vilchis también planteó la urgencia de insistir en el tratamiento del agua, incluyendo la de uso doméstico, además de captar y sanear el volumen de líquido estancado en las zonas urbanas (inundaciones) para su aprovechamiento.
Degradación de los suelos, un tema que debe atenderse
Iván Vilchis Mata afirmó que los cuerpos de agua asentados en la entidad también se han visto afectados por la degradación ambiental que afecta directamente en los procesos de escurrimientos durante la temporada de precipitaciones.
Dicha degradación, dijo, ocurre principalmente en las zonas altas, donde los incendios forestales, los cambios de uso de suelo, el cambio de la cobertura natural, cuestiones agrícolas y ganaderas, entre otras, impactan negativamente en el escurrimiento y filtración del agua.
“Estos procesos causan que el agua corra de manera directa cuando ocurre una precipitación, es decir, ya tenemos coberturas con suelo desnudo, sin vegetación, y el agua fluye, pero acarrea sedimentos que llegan a los cuerpos de agua y eso es importante, porque cuando nos dan los reportes de los niveles de almacenamiento de agua, se dan sin considerar la cantidad de sedimentos que hay y que le restarían a la cantidad real que hay de agua.
“Entonces estamos con la idea de que tenemos una altura de agua determinada, cuando la realidad es otra. Hay condiciones que hay que atender antes en las zonas donde se han ido degradando para tener ésta protección tanto del suelo como de la vegetación previo a que esa agua ingrese a los cuerpos de agua”, declaró.