Noemí Castillo sacó de la mochila de su hijo Alan Manuel una bolsa de cierre en la que le echó el gel, un cubrebocas y unos pliegos de papel higiénico. Es la dotación del kit sanitario para el primer día de clases luego de 17 meses sin escuela presencial.
Pero los preparativos tuvieron que ser improvisados, dice Noemí, porque apenas ayer decidieron con su esposo que sus dos hijos regresaran a la escuela. En su lógica natural, aún hay miedo por contagiarse.
“Ayer le hice su kit sanitario, le puse nombre a sus botellitas de gel y su jabón”, cuenta la ama de casa.
También debieron madrugar y en el camino intentar explicarle a Alan Manuel que debía tomar clases en una escuela y no debía quitarse el cubrebocas.
“Es que él terminó el preescolar a distancia y no conoce nada de la escuela”, explica Noemí.
Llegaron a las 6:00 horas para tomar lugar en las filas afuera de la primaria Miguel Alemán. Primero pasó su hija, que está en tercer grado. Luego a las 8:00 horas pasó Alan Manuel.
“Los están pasando por grados y hay que esperar”, explica Noemí. Satisfecha de cómo operaron los filtros sanitarios.
No le parece que los docentes hayan exagerado, aunque debió esperar una hora para que sus hijos ingresaran al plantel.
“Creo que están bien, ojalá que sirvan”, indica la ama de casa esperanzada en los filtros sanitarios.
Luego de este primer día, deberán hacer cuentas del presupuesto junto con su esposo. Agregar los costos de los insumos al de los útiles escolares y lo que se vaya acumulando.
“En la casa no hemos enfermado, eso es lo bueno”, revela Castillo.