Luego de un 2020 con pérdidas económicas, los floricultores de Valle de Bravo admiten que quebraron, por lo que la producción de flor para este 14 de febrero será mínima.
En entrevista con El Sol de Toluca, Tomás Velázquez, vocero de las familias productoras de flor en los municipios de Valle de Bravo y Donato Guerra, admitió que el año anterior no fue bueno económicamente hablando.
Al grado de que los floricultores tuvieron que cambiar de giro agrícola, o, de plano, abandonar en su totalidad la actividad del campo.
“Quebramos ya, no fue sostenible la producción de flor y pues muchos de plano ya no quisieron seguir, otros sembraron habas, chícharos, pero flores ya no” confesó el floricultor vallesano.
Quienes cambiaron las flores por sembrar alimentos de primera necesidad echaron a sus hectáreas de tierra vegetales como tomate, jitomate y chícharo, o cereales y leguminosas como maíz, papa, y habas.
Primero, para el sustento propio y, el excedente, para vender en el mercado del municipio.
Quienes siguieron sembrando flores, redujeron su producción 15 hectáreas a solo dos, teniendo como principal producto las rosas y las aves de paraíso, las cuales serán distribuidas para cubrir dicha demanda el día del amor y la amistad en el Pueblo Mágico.
De esta forma, las 140 familias que se dedicaban a la producción de flor, se han desintegrado conforme al tiempo, adoptando nuevas formas de trabajo en tiempos del Covid-19.
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Cambian flores por esperanza: el trueque
Y es que, a pesar de hacer estrategias para poder comercializar su producto, como el trueque de flores por comida de la canasta básica, de poco sirvió.
En abril de 2020, al inicio de la pandemia del Covid-19, al no ser una actividad esencial no tuvieron mercado abierto para vender su flor, y con el temor de tener cuantiosas pérdidas económicas decidieron emprender el trueque de flores por productos de la canasta básica para subsistir.
En esta ocasión, la producción que fue intercambiada por una lata de frijoles, arroz o harina, era la destinada a comercializar el 10 de mayo de 2020, la cual ascendía 10 hectáreas fijas, y de siembra temporal, a un porcentaje similar.
Fueron 140 familias las que decidieron emplear esta estrategia de intercambio para no perder su producción y quedarse sin comer, dando como resultado el trueque de 180 paquetes de 25 rosas cada uno.
La siguiente temporada alta, el 2 de noviembre, disminuyeron considerablemente su producción, sembrando y vendiendo cempasúchil, nube, girasoles, ave de paraíso, astromelias, claveles, nardos y gerberas.
Sin tener precisión de dicha cifra que disminuyó, fue más del 50%, pues así lo sintieron por la poca demanda que su producto tuvo, tras el cierre de panteones por cuestiones sanitarias.
Para este 14 de febrero, 10 meses después de haber pedido a gritos ayuda para no perder su producción de flor, ya no fue sostenible el cultivo de un producto afectado por el Covid-19.