Desde hace dos años, Monserrat decidió ganar unos pesos más para su ingreso y convertirse en repartidora de plataformas digitales como DiDi Food y Uber Eats; sin embargo, en ese lapso aprendió que también debía enfrentarse a retos en materia de seguridad.
Además, de acuerdo con el estudio “Este futuro no applica” realizado por Oxfam México y el Instituto de Estudios sobre Desigualdad (INDESIG), las repartidoras también se enfrentan a las brechas salariales.
Lo que parecía un trabajo práctico, para Monserrat al poco tiempo comenzó a develar sus riesgos: pedidos fantasma usados para asaltar a los repartidores y acoso por parte de los clientes.
“En Toluca y en Metepec hay zonas a las que no queremos entrar nosotras como mujeres, de día a lo mejor haces el servicio, pero nunca te sientes 100 por ciento segura”.
Zonas rojas en Toluca y Metepec
En la capital mexiquense han marcado como foco rojo la de los Barrios Tradicionales, que por sus condiciones físicas, como callejones y calles sin iluminación o de difícil acceso, son caldo de cultivo para los delitos patrimoniales como robo; además del polígono Sendero-Totoltepec y las colonias El Seminario, Los Héroes Cinco de Mayo y Cacalomacán.
Mientras que, en Metepec, zonas como los conjuntos Izcalli, Infonavit San Francisco y La Pila, son las que evitan en especial una vez que ha oscurecido.
“Te piden dos refrescos en una zona roja, en un horario no común, ves que son pedidos de nuevos usuarios, de perfiles no verificados, una vez me salió Jim Morrison, ahí ya sabes que es para que te asalten”.
Además, también evitan los pedidos en el municipio de San Mateo Atenco por miedo a ser víctimas de un asalto.
Acoso, una constante
Pero no solo son los robos, también se arriesgan al acoso por parte de quienes hacen los pedidos a través de las plataformas digitales.
“Una vez me pasó en Cacalomacán que el cliente me insistía para que me pasara a su casa a comer pizza, era una privada y me dio mucho miedo porque me insistía para que no me fuera, yo veía su mirada y pensaba que él quería otra cosa, piensan que ya es ‘servicio completo’, relató Monserrat.
A otra de sus compañeras la encerraron en una privada y no la dejaban salir, tuvo que solicitar auxilio a su familia para que fueran a rescatarla. Incluso reconoció que les han tocado clientes que salen en ropa interior.
Pese a ello, dejar el trabajo no es una opción ya que ofrece horarios flexibles que les permiten cumplir con sus roles en casa, a algunas con el cuidado de sus hijos, a otras, les ayuda a seguir en la escuela. Es por ello que también se oponen a la regularización que se propone desde la Secretaría del Trabajo federal, dado que tendrían que laborar ocho horas forzosas y aceptar todos los pedidos, incluso aquellos que saben que son de riesgo.
Brecha salarial
De acuerdo con lo recabado en el estudio “Este futuro no applica”, las repartidoras ganan hasta 425 pesos menos a la semana que el promedio general, lo que implica una brecha salarial de 18%.
Esto debido a que a los hombres les dan más propinas que a las mujeres, lo que conectan directamente con la discriminación.
Redes cuidado, insuficientes
Si bien se mantienen alertas sobres los pedidos que aceptan y en qué zonas, a través de grupos en WhatsApp, las repartidoras reconocen que son insuficientes ya que cuando las asaltan, lo primero que les quitan es el celular y por lo regular no ven policías municipales en las zonas que incluso las Direcciones de Seguridad Pública han marcado como peligrosas.
“La policía no está, sólo están para chingar con los operativos, pero nada más”, añadió una de las trabajadoras de plataformas.
Ante ello, lamentaron, poco pueden hacer, más que tratar de detectar los pedidos fantasma e incluso, algunas optan por ya no salir solas a trabajar de noche.
Sin opciones que empaten entre sus roles de cuidadoras y proveedoras, para las mujeres repartidoras la única solución e que cada orden de gobierno trabaje en materia de seguridad y se les permita combinar sus vidas privadas y sus empleos para no descuidar sus hogares.