Jóvenes organilleros, vistiendo máscaras de mono simulando al famoso “monito cilindrero” encargado de recolectar dentro de una taza las monedas que la gente les obsequia, pasan varias horas al día bajo los rayos del sol.
Los jóvenes, quienes solicitaron omitir sus nombres, desde hace años se dedican a tocar el cilindro también conocido como organillo. Con jornadas de entre 8 y 10 horas diarias.
La pareja de amigos, todos los días, en punto de las 10:00 horas, llegan a la avenida Gobernadora que entronca a la Vía Morelos en las inmediaciones de Santa Maria Tulpetlac, donde en promedio se quedan hasta las 19:00 horas.
Uno de los jóvenes, quien es el encargado de recolectar las monedas que los automovilistas les obsequian, porta la máscara de látex por varias horas. Relató que, debido al intenso calor, la máscara hace que sude mucho y le ocasiona picazón en el rostro, pero ya se acostumbró.
Sabe que ha generado simpatías y los niños que viajan en los coches con sus papás sonríen cuando lo ven.
“Por eso nos regalan una moneda, porque en verdad tratamos de no perder la tradición y ésta era la de traer a un changuito con una taza pidiendo monedas. Aunque ya somos una especie de artistas callejeros en extinción”, dijo.
Relató que dentro del gremio existen muchas personas jóvenes que siguen la tradición que pasó de los abuelos, a padres y ahora los hijos; también otros a quienes ni siquiera les gusta la música que tocan los cilindros y lo hacen por falta de oportunidades laborales. “Como los taxistas, que pagan su cuenta por la renta del instrumento y se van con lo que pudieron generar”.
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Con un peso de aproximadamente 45 kilogramos, los organillos originalmente son montados sobre un palo de madera, ahora por comodidad de los cilindreros algunos instrumentos son montados sobre una base de acero con llantas para que en lugar de cargarlo este sea empujado.
Refirió que el costo de un cilindro oscila entre los 25 mil y los 37 mil pesos, dependiendo el estado en el que se encuentran, aclaró que hay aparatos considerados como piezas de museo que son mucho más caros. El que ellos utilizan es de origen alemán y aún es manipulado mediante una manija, pueden tocar hasta ocho diferentes melodías.
Añadió que existen cilindros más modernos tipo consola o rocola que están adaptados para funcionar conectando memorias tipo USB y que tocan canciones en inglés. Su equipo es rentado y al propietario deben pagar entre 100 y 200 pesos diarios, dependiendo cómo les fue durante la jornada.
Finalmente, comentó que en caso de una descompostura, el arreglo de estos instrumentos oscila entre los 5 y 10 mil pesos. Debido a que lo trabajan todos los días por varias horas el cilindro algunas veces se desafina pero ya han aprendido a solucionar el problema, si se trata de alguna falla mayor, como el romper la manija o una de las cuerdas de los silbatos, lo llevan con el propietario.
“Poco o mucho, pero sí sale para llegar al otro día, ya cada día hay menos organilleros pero nosotros nos seguimos aferrando al trabajo, a la tradición. Además de que nos gusta, no es lo mismo que trabajar en una fábrica a donde a lo mejor vas a tener jornadas de muchas horas realizando un trabajo que nadie te va reconocer y esto es apreciado no solo en México ”, concluyó.
Los organillos llegaron a la Ciudad de México por primera vez en el siglo XIX, provenientes de Alemania. El organillo o cilindro es reconocido en toda Latinoamérica, aunque en la actualidad, solo en pocos países se sigue practicando este oficio: Chile, Argentina, España y México, y cada vez son menos las personas que lo realizan.