El olor a pólvora inundó el ambiente, el rugido de los cañones le indicó a los vecinos que los enfrentamientos comenzaban. Franceses contra mexicanos, como cada año, fueron los bandos.
Desde 1910, en el barrio de La Concepción Coatipac, la población se organiza para representar la victoria de Ignacio Zaragoza sobre el Ejército francés el 5 de mayo de 1882, en Puebla.
A decir de Miguel Ángel Gómez, quien ha participado en la representación desde que era pequeño, la tradición comenzó porque la escuela más representativa de La Conchita fue nombrada general Ignacio Zaragoza.
“La mayoría de quienes organizaron la primera representación ya murió, pero listos seguimos la tradición cada año. Hay que gente coopera para los trajes, para la comida, para las banderas, porque después de la batalla, hay una verbena”.
No se trata de un esfuerzo de las autoridades sino de una población orgullosa de representar la victoria del Ejército Mexicano y que mantiene sus raíces.
El grito que “Viva México, que muera Francia”, avisa a los participantes que la pólvora va a estallar.
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Las tarolas comienzan a sonar desde las 08:00 de la mañana, los fusiles se cargan y los soldados, los indígenas y las adelitas toman las calles bajo las órdenes de Ignacio Zaragoza, la sangre francesa entonces comienza a teñir las calles.
Lo mismo se unen niños que adultos mayores a la representación de la Batalla de Puebla, uno de los episodios militares que más orgullo dan a los mexicanos.
Los enfrentamientos comienzan a darse, "¡Que muera Napoleón III, que los franceses se regresen por donde vinieron”, gritan a todo pulmón y desenfundan sus espadas y machetes.
Los estruendos de la pólvora comienzan a escucharse, la gente se arremolina para ver cada encontronazo.
Esta representación sólo se detuvo por la pandemia de Covid-19 durante dos años, pero volvió en 2022, “hasta la pólvora huele mejor”, comentaron los participantes.
La Conchita Coatipac rinde un homenaje a los valientes mexicanos que se ganaron un lugar en la historia, aseguraron los participantes, quienes después del enfrentamiento disfrutaron de la verbena que, además, contribuye a la cohesión social.
La pólvora, los gritos, los “machetazos”, los rifles, los niños, los adultos, los espectadores, todo dio paso a una de las conmemoraciones más coloridas de las hazañas de Ignacio Zaragoza en El Barrio de la Conchita, donde todos toman su papel con la seriedad que se merece, por lo que conmemoran entre humo y risas de esta tradición que, aseguran, los llena de identidad.
