Sanadores del alma, entre la ciencia y el mundo espiritual

Enfrentan estigmas sociales

Adriana García

  · sábado 18 de agosto de 2018

Foto ilustrativa


Tener un don espiritual es el camino para desarrollar la denominada medicina integrativa como chamán, sanador o interpretador de cartas; sin embargo, quienes realizan esta actividad sufren de estigmas sociales por los tabúes que existen en la sociedad, coincidieron especialistas en este tipo de medicina.

La chamana mexiquense, Ofelia Ordóñez Garduño, consideró que quienes se dedican a esta labor son espíritus de luz y amor. Están enfocados a sanar más allá del cuerpo; hacia al alma.

No es fácil, requieren de una importante preparación, además de tener paz emocional y espiritual, pero, sobre todo, poseer un don que Dios les ha otorgado desde su nacimiento, el cual les permite ayudar, servir y curar al prójimo.

La energía divina, explicó, es necesaria para los curanderos, chamanes y sanadores, pues con ello pueden ofrecer una solución a sus pacientes sin importar su credo o religión.

No obstante, para llegar a un estado de sanación, se requiere crear pensamientos creativos y amorosos, advirtió.

Ordóñez fue una de las ponentes en el Congreso Internacional de Conocimiento Ancestral y Medicinas Integrativas, que se realizó esta semana en la Facultad de Antropología de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM).

La experiencia de la sanadora, quien ha sorteado distintas dificultades aferrada a su fe, ya fue motivo de un estudio académico, pues Elizabeth Rojas Vázquez, tesista de dicha facultad, presentó la ponencia “Biografía de una chamana, Ofelia Ordóñez”.

Narró que Ordóñez nació en el municipio de Jiquipilco, un 2 abril de 1974. Desde su nacimiento existieron complicaciones. Su madre sufrió en la labor de parto y al nacer, de acuerdo con el testimonio de sus padres, estaba envuelta en un material blanco y correoso. Desde ese momento advirtieron que había un don.

En su infancia, la futura sanadora aseguraba observar personas fallecidas. Algunos conocidos de su familia pensaban que sufría una enfermedad mental. Al crecer sufrió un accidente, perdiendo movilidad, incluso se le diagnosticó una probable parálisis; el escenario más adverso indicaba que no podría ser madre.

A los 19 años acudió a un templo espiritual, ubicado en Tenango del Valle. Ahí también solicitó a Dios la recuperación de su padre y hermano, quienes también habían sufrido un accidente.

Su proceso de sanación estaba comenzando, diría después Ordóñez, y ella daba los primeros pasos como sanadora: el don estaba presente.

A la fecha continúa con su labor, sabe que nació para sanar.


EQUILIBRIO

Elizabeth Rojas Vázquez, tesista de la Facultad de Antropología de la UAEM, explicó que la medicina integrativa, la cual comprende a la medicina convencional y natural, está orientada a la curación total de una persona en su aspecto mental, corporal y espiritual.

Esto puede ayudar en enfermedades como cáncer, depresión, ansiedad, insomnio o padecimientos como mal de ojo y pérdida del alma, entre otras.


EL DON DE LAS CARTAS

Carolina Santana García tiene el don de la lectura de cartas españolas, tarot egipcio, de Marsella y maya, además de interpretar el café turco. Todo se manifestó con sueños premonitorios; tenía la capacidad de ver entes o fantasmas.

Así lo explicó en su ponencia “Un don de Dios en los seres humanos: el arte de interpretar la cartas”, también presentada en la Facultad de Antropología de la UAEM.

Ella es abogada de profesión. A pesar de su formación católica, a los 17 años de edad descubrió ese don, que le fue heredado por su abuelo, quien era curandero o chamán. Incluso sus padres la llevaron a una misa o exorcismo porque no se explicaban sus visiones e ideas.

Recordó que supo de este don cuando conoció a un chamán cubano. Así decidió ayudar a las personas para cambiar su destino con la interpretación de las cartas, ya sea en el amor, salud o dinero, pero la decisión final es de quienes solicitan la consulta.

Santana comentó que aun cuando ahora existe más apertura y son temas manejados a lo largo de la historia, todavía son tabú para muchas personas.

“Como algo extraño, como algo fuera de lo real, para mí es muy enriquecedor porque he conocido gente de todos los estratos económicos”, apuntó.