"¿Por qué salieron de Haití? Joseph Wesner intenta contestar con los movimientos y señas que hace con sus manos, porque su español es escaso; pero su respuesta es concreta: "se murió el presidente, lo mataron", advierte el joven haitiano con los acentos bruscos.
Los haitianos han estado llegando desde hace dos semanas al albergue Hermanos en el Camino que se ubica en la zona de Pilares, en Metepec, dice Armando Vilchis Vargas, encargado del lugar.
Aunque hay otros migrantes de otros países centroamericanos, las literas se abarrotan por familias haitianas que buscan el paso a Estados Unidos. Ellos son más y los que tienen la peor situación económica, y los que se hacen entender menos en un país con un idioma ajeno al suyo.
Son familias, sobre todo, con pequeños aún en brazos y que relucen inocencia. Ellos miran en el pedazo de pan que llevan a la boca y en los metros de patio del albergue Hermanos en el Camino, una leve esperanza desde que salieron de su país.
"Ahorita entran y salen, pero en las tardes, después de las seis, está abarrotado", comenta don Armando, el "hermano" que recoge en el camino a los migrantes centroamericanos.
Una familia de Puerto Príncipe
Entre el grupo de familias, don Armando pide que se acerque Joseph. Su acento es más claro que el del resto, quienes solo pronuncian pocas palabras en mexicano y el resto de sus diálogos en su lengua francesa, esa que fue heredada desde que Haití se hizo la principal colonia de Francia.
"Somos yo, mi esposa y mi hijo de diez meses", enlista Joseph con su pequeño en brazos y ambiguo en la ruta que ha seguido desde la frontera sur.
Son unas 20 familias haitianas que se acomodan en literas que se elevan tres plantas, a las que le enrrollan cobijas.
Esas literas una semana es el alquiler de una pareja y a la siguiente de otra que llega.
"Caben solo dos por cama", explica un joven hondureño, que la hace de interlocutor entre sus hermanos haitianos y el reportero.
Joseph salió de Puerto Príncipe con su esposa y su bebé para refugiarse en México. Ese es el plan, porque sabe que en la frontera, en Ciudad Acuña, Coahuila, en el paso por Texas, "está al rojo vivo".
"Yo quiero quedarme aquí", explaya el joven migrante, aún desconfiado por la naturaleza de su condición migrante que adoptó al salir de Puerto Príncipe.
Quiere que las autoridades mexicanas les den refugio, esa es su esperanza.
"Traigo mis papeles", y muestra un certificado escolar, junto con otros documentos oficiales que empacó para solicitar el asilo en México. Son seis días de Chiapas hasta aquí", hace cálculos.
Las nuevas restricciones puestas en marcha el pasado 22 de septiembre en todas las terminales del país, hará ese recorrido más largo. Porque para adquirir boletos de viaje, ahora es obligado presentar una identificación oficial que compruebe la nacionalidad mexicana.
Urge apoyo
El albergue Hermanos en el Camino, cumplirá nueve años, pero don Armando no había tenido tanta demanda de hospedaje como ahora.
"Hace falta lo básico, como papel higiénico, frijol, arroz", enlista don Armando.
El albergue consta de un techo de lámina aledaño a un taller mecánico. El espacio es suficiente para una cocina, los dormitorios y un sanitario.
"Cada uno se prepara la comida, se organizan entre ellos", explica don Armando.