Con una cruz de casi 200 kilos de peso, Miguel avanza por las calles del barrio de la Cabecera. Lo hace descalzo, con una túnica banca y un velo en el rostro. Es parte de la Hermandad de los Crucíferos que carga a cuestas la fe de siete barrios.
Este año, son 200 las personas que se unieron para preservar esta tradición que nació en 1902 con sólo un crucífero.
Desde el Miércoles de Ceniza, los que se unen a la hermandad recorren en silencio las calles, algunos lo hacen por devoción, otros más para pagar una manada. Esta tradición, única en el Estado de México, se lleva a cabo hasta este Viernes Santo.
“Yo empecé desde atrás, con los niños y las cruces más ligeras, por eso es bonito ver que siguen sumándose a esta tradición para que no se pierda. Ya somos pocos los que somos mayores, personas de la tercera edad, la mayoría son adolescentes y niños”.
Las cruces verdes son el distintivo de la Parroquia de San Miguel Arcángel, ubicada en el corazón de Temascalcingo, las cargan para sentir un poco de la Pasión de Cristo, también por eso realizan los recorridos descalzos.
En cuanto a la vestimenta de los crucíferos, explicaron que la túnica blanca que portan es por la pureza de Cristo, y el velo representa el manto con el que le limpiaron el rostro a Jesús durante su Viacrucis.
Tradición de más de 100 años
José Manuel de la Cruz, presidente de la Hermandad de Crucíferos, detalló que esta tradición, que este año cumple 122 años, ha crecido poco a poco. Si bien en un inicio participaban sólo adultos, ahora cuentan con pequeños de tres años.
“Tenemos varias procesiones, cada una tiene su significado. Arrancamos el Miércoles de Ceniza y se hace dos veces a la semana hasta que llega la Semana Santa. Esos días se hacen recorridos alrededor del atrio de la Parroquia de San Miguel Arcángel durante una hora. Una vez que llega el Domingo de Ramos, se hacen diario a distintos puntos para prepararnos para el Viacrucis”.
Para el presidente de esta Hermandad que se fortalece con la fe de los católicos, la motivación es ponerse en el lugar de Jesús cuando carga la cruz con la intención de expiar sus pecados y cumplir sus mandas.
“Estamos muy orgullosos, muy contentos, porque, en lugar de que esto vaya cayendo, se va levantando más. Ya la mayor parte de hermanos son jóvenes. Actualmente muchos jóvenes se están perdiendo, se refugian en las drogas, en tantas cosas, y a nosotros nos da gusto porque se han acercado a la fe, los que participan tienen entre 16 y 22 años”.
Pero la cruz que cargan no es estandarizada. Los que llevan más años, tienen la misión de cargar las más pesadas, que llegan a los 200 kilos; de ahí van disminuyendo de pesos hasta ser aptas para los infantes.
Aunque requiere un esfuerzo físico, por lo que van acompañados de ayudantes para poder descansar cada que acaba un misterio del rosario que van rezando las mujeres de la comunidad; para los crucíferos es un reto espiritual y una forma de demostrar su devoción a Dios.