La primera vez que Frida Ortega pensó tener contacto con el virus SARS-CoV-2, fue el día que sus dos pequeños presentaron fiebre y debió llevarlos de emergencia al centro de salud; sin embargo las doctoras le dijeron que se relajara, que por fortuna eran negativos al contagio y su temperatura pasaría.
De aquella ocasión ahora, los protocolos internos en la mesa, en la sala, en el baño, no se relaja. "Uno ya vive con el virus", dice Frida.
Es una madre que no rebasa los 25 años. Por un lado, es de los adultos propensos al contagio, pero rezagados y puestos en la última parte de la fila para inmunización; por el otro, pertenece a la generación que hacen fiestas y les despreocupa la vacuna.
"Mi esposo y yo no estamos vacunados y no sabemos cuándo nos toca. Anuncian mucho en la tele de más contagios de Covid-19 y que ahora los niños también se pueden contagiar", comenta Frida.
Se refiere a la variante Delta, identificada por los especialistas en salud como la forma del virus del Covid-19 que ataca a menores de edad.
UNA JORNADA
Hace unos días los dos pequeños de Frida culminaron el ciclo escolar, el mayor concluyó segundo de primaria y el menor salió del preescolar.
Eso detonó en que se vuelvan más inquietos y quieran salir. La familia ha planeado una visita a la casa de una hermana y quedarse por unos días.
"Estamos ahorita con mi hermana y allí llegaron otros hermanos y al fin ya somos en la casa más de diez", dice.
La reunión familiar es por un festejo, pero ha pensado en regresar a su casa por el miedo de un contagio masivo.
"No es fácil estar entre familia, porque no puedes controlar a los niños", asegura Frida.
Además, ahora que ambos pequeños salieron a vacaciones, Frida retomó su trabajo en la agencia de limpieza en la que labora junto a su hermana mayor.
Sin embargo dejar solos a sus hijos implica riesgos. "Los tengo que estar vigilando para que no se salgan y más sin cubrebocas", indica la madre.
Por el momento improvisó su kit sanitizante en casa de su hermana: unas botellas de gel, las mascarillas y es todo. Porque en la casa de su hermana es imposible seguir sus protocolos sanitarios.
"Aún no me toca vacunarme, ya me inscribí ahora que anunciaron a los mayores de 18 ya se pueden dar de alta" explica la joven.
En el país, su historia es similar a a otras tantas en millones, en un país donde seguir los protocolos al pie, aún no es hábito.