Toluca, México.- Ser sacristán también es un llamado de Dios y desde hace 18 años Marcelino aceptó la invitación divina para convertirse en el sacristán de la Catedral de Toluca, que entre sus diversas actividades, era la de tocar las campanas y anunciar con repiques diversos mensajes a la feligresía católica como la muerte.
El empleado eclesiástico compartió su historia con El Sol de Toluca y explicó que actualmente ya cumplió 18 años de estar al servicio de la Catedral y los mismos sacerdotes incluyendo al mismo obispo, “antes de entrar aquí y convertirme en un servidor más de Dios, yo trabajaba en una fábrica y mi vida era como todo joven: tomaba alcohol y fumaba mucho”, comentó.
Sin embargo, explicó que al quedarse sin trabajo, durante una reunión familiar, su hermano Esteban, quien trabaja en el mismo recinto religioso, le comentó que había vacantes, por lo que ante tal situación optó por acudir y solicitar un empleo.
“Fue un jueves cuando acudí a Catedral y hablé con el padre Miguel Ángel Ramírez, pero el me mandó con el vicario de aquel entonces que era Miguel Giles. Él fue quien me entrevistó y después, me dijo que lo iba a platicar con los demás sacerdotes, le dejé mi número y pasó el tiempo, la verdad es que después hasta se me olvidó”, indicó.
Así, narró que luego de un mes, recibió una llamada de su hermano para decirle que se presentará a trabajar, “sólo me habló y me dijo que me presentara a trabajar como sacristán, la verdad es que no tenía ni idea, pero así fue me presenté y el vicario me dijo que hacer. Me dijo que estaría un año y me explicó como era el ciclo”, añadió.
Una vez que pasó el primer año, mencionó que fue llamado por el vicario y los sacerdotes, y ahí le preguntaron que si tomaba el trabajo o no, “la verdad es que sí lo pensé, pues mi vida allá afuera era distinta y si decidía quedarme, tendría que cambiar mi vida, pues yo lo vi como un llamado de Dios”, recalcó.
Y si fue así, declaró, pues desde ese momento cambió su vida y se entregó a Dios, “cuando decidí quedarme como sacristán, mi vida tomó un giro total, ya que mi actuar fue distinto. Sólo lo que dije fue que sea lo que Dios quiera y veme aquí estoy”, expresó.
La labor principal como sacristán, dio a conocer es atender a los sacerdotes y preparar todo lo necesario para las misas, “son muchas las actividades aquí en la Catedral para que te des una idea, tengo a mi cargo como 100 llaves de distintas puertas y candados de este recinto religioso”, añadió.
De entre tantas experiencias vividas en la Catedral de Toluca, destacó cuando un joven llegó a la Catedral y se sentó en una de las bancas, “yo vi muy mal al joven, muy desesperado y lloraba mucho, fue a la sacristía, ahí miré una imagen y le dije, Señor si me lo pones en mis manos, haré lo que me digas”, señaló Marelino.
De esta forma, relató que se acercó al joven y le dijo tajante que ya no quería vivir, pues su novia lo había dejado, por tanto, se puso a platicar con él, “yo le dije muchas cosas que Dios me decía, la verdad creo que hablé por él y logré que el joven saliera de Catedral ya más tranquilo”, aseveró.
De manera general, subrayó Marcelino que desde hace 18 años, se convirtió en amigo de Dios, “Dios me ha acogido y desde que estoy aquí nunca me ha fallado, todo lo que le hemos pedido, no los ha concedido, por eso estoy a su servicio y hasta que él me diga, aquí seguiré”.
Aunque actualmente las campanas de la Catedral de Toluca se activan mecánicamente, Marcelino recordó como las tocó en su momento, “tocar las campanas requiere de ciertas habilidades, ya que los sonidos sirven para dar mensajes a la feligresía y por lo mismo los repiques tienen que ser muy certeros”, aclaró.
Finalmente, resaltó el día que le tocó tocar las campanas cuando falleció el santo padre Juan Pablo II, “ese día tuve que subir y tocar las campanas, realmente lo que hacemos es hacer llorar a la campana, es un llanto”, finiquitó.