“Cárcel o vacuna” fue el amoroso ultimátum que María, en tono suave pero enérgico, tuvo que dirigir a su madre, quien a sus casi 100 años de edad se rehusaba a ser inmunizada, alegando que la vacuna que le tocaba podrían “aprovecharla” en una persona más joven.
Aun cuando Isabel Tenorio Chalqueño, quien el próximo mes de marzo llegará a un centenario de vida, siempre creyó en el poder devastador del virus Covid-19 y desde el inicio de la pandemia se resguardo en casa para evitar cualquier riesgo de contagio; sin embargo se rehusaba cuando le tocó su turno.
Para María el 2020 fue muy triste, ya que no hubo fiesta de cumpleaños para su madre, no estuvo rodeada de todos sus hijos, nietos y bisnietos, siempre con miedo de que Doña Isabel pudiera contagiarse por coronaviris, ya que debido a su avanzada edad, sería avasallador el desenlace. Pero no estaba dispuesta a dejarse vencer ante la obstinación de su progenitora de ser inmunizada y aprovecharía cualquier oportunidad.
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Días antes de siquiera imaginar que las vacunas llegarían a Ecatepec, Doña Isabel con voz cansada pero segura, repetía a su hija que al llegar el momento no se vacunaría, el motivo para ella muy simple: “sería un crimen que me pongan una inyección que ya no me va a quitar los años, esa vacuna que me van a poner, le va a hacer falta a un joven, a una persona que tiene ilusiones de trabajar, de hacer esto, de hacer lo otro, yo ya voy de salida”.
La determinación de no vacunarse, nunca se trató de un acto de rebeldía o miedo, más bien demostraba la grandeza y bondad de su corazón de permitir que otra persona con menor edad, tuviera la oportunidad de ser inmunizada.
Desalentada pero a la vez entusiasmada por que el 8 de marzo, doña Isabel cumple 100 años de edad, María pensó que el mejor regalo que le podrían ofrecer, era protegerla contra la Covid-19 y tal vez mantenerla más tiempo entre los suyos, fue entonces cuando se reunió con sus familiares y juntos idearon una mentira: “carcel o vacuna” .
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La mañana del martes, el segundo día de la jornada de vacunación, María determinó que era el momento, tomando las manos llenas de arrugas de Doña Isabel y mirándola tiernamente sin apartar la vista de sus ojos, le dijo: “Mamá, es una orden presidencial, si no te vacunan, me castigan a mi, me meterán a la cárcel y ya no me veras”, fue la trampa que le tendieron, una artimaña llena de amor.
La angustia que mostraba el semblante de María, se unió a la preocupación de no ver más a su hija, finalmente Doña Isabel aceptó que la llevarán al módulo de las Américas, donde recibió la dosis, “únicamente para que ya se termine la pandemia”, dijo.