La neblina que llega desde lo alto del Xinantécatl durante la madrugada, congelada los copos de árboles y pastizales del barrio de La Siervita, también congela el agua de las pilas y la toma potable. El frío del invierno este año, obliga temerle, aún a los habitantes de este pequeño pueblo que nació en el hielo.
"Ya estamos acostumbrados, sabemos que va hacer frío y tenemos que protegernos y ni modo, así no la pasamos", revela Rosa Cruz Castillo, campesina del pequeño barrio, perteneciente a la comunidad de Loma Alta.
Esta mañana, el termómetro del Servicio Meteorológico Nacional marcó como temperaturas mínimas para las zonas montañosas del Estado de México los menos 5 grados celsius.
Así amanecieron en La Siervita, relata Rosa, pero ellos sobreviven a ese frío seco que comienza por las tardes y se extiende toda la noche.
"El agua amanece congelada en las pilas, bebederos y los tinacos que se quedan abiertos y hay que esperar a que le pegue el sol, ya como a las once", explica María Elena Martínez Salazar, otro habitante del barrio, uno de los cuatro que pertenecen a Loma Alta.
En la visita hecha a La Siervita, a María se le encontró apaleando la manguera de las tomas de agua, es una técnica que usan para descongelar el líquido y que pueden tener servicio en las mañanas.
A diferencia de la comunidad vecina de Raíces, en Loma Alta pocas veces, o nunca llega ayuda en invierno, recriminan sus habitantes, por lo que deben sortear solos el frío.
"Y eso para qué sirve, si no nos van a ayudar, ya estamos acostumbrados a conseguir ayuda con nuestro esfuerzo", reprocha Rosa en la entrevista.
Dedicados al cultivo de papa y avena, La Siervita, junto con la Joya, El Campo y Cruz Colorada, ubicadas al pie de la carretera a Texcaltitlán, sobreviven a las faldas del Xinantécatl y deben adaptarse cada invierno al frío.
El mal clima azotó la región norte y el centro del país desde el lunes pasado. En Loma Alta, obligó a que las cosechas de papa se suspendieran, nadie se aventura en el monte y al campo después de las cinco de la tarde. El frío merece respeto.
Al igual que María Elena y Rosa, también Cecilia García, una joven madre de dos pequeños, ha formado su hogar en el pequeño asentamiento. Allí nacieron y les tocó vivir.
Cecilia esta mañana lavaba unas papas con la poca agua que no se congeló, sus pequeños Naomi y Axel han presentado síntomas de gripa y eso le preocupa porque el centro de salud no tiene medicamentos.
“Ya se han enfermado pero otra vez les está dando gripa, aunque todo el día prendemos el fogón con esa leña, el aire se pasa por los hoyos”, describe Cecilia, al momento que señala un bulto de troncos que hacen de leña.
En la Siervita, las carencias son evidentes, la mayoría de casas son hechas de madera talada en el monte, tapizadas con cartón y son contadas las familias que cuentan con gas.
Rosa es de las pocas que usa gas para calentar agua en la estufa, pero prefiere su calentador hecho de lámina y que sirve de termostato durante las noches.
El invierno para las familias del pequeño asentamiento mexiquense apenas comienza. Faltan los días más duros, pero en La Siervita enfrentan al frío sin lamentaciones.