San José del Rincón, México.- Una colonia de refugiados de Angangueo, Michoacán, se encuentran en el olvido, luego de que fueron adoptados por el Edomex, gracias a que el dueño de un rancho les regaló un pedazo de terreno a cada una de las familias que perdieron su casa derivado del desgaje de un cerro.
Aunque el concreto poco a poco se abre paso en medio de la zona boscosa de los alrededores del Rancho Santa Rosa, alrededor de una docena de viviendas construidas de madera -hoy ya podrida por los años- se mantienen en pie y siguen conformando aquella colonia de familias que se quedaron sin hogar después de un deslave de un cerro ocurrido en Angangueo, Michoacán y fueron adoptadas por el Edomex.
A ocho años de que un deslave arrastró cientos de viviendas en la comunidad de Angangueo, Michoacán, poco más de una docena de casas de madera perteneciente a familias procedentes del estado vecino, se niegan a derrumbarse, y aunque las familias michoacanas ya cuentan con luz, anhelan tener drenaje y agua potable.
“Muy ilusionado estaba yo contigo, cómo fui tan ciego para no entender...”, eran frases de una melodía que sonaba en la radio y se desprendía de la pequeña vivienda elaborada a base de madera, propiedad de la señora Reyna, una mujer que perdió su casa durante el desastre ocurrido el 4 de febrero del 2010 donde murieron al menos 21 personas.
Como doña Reyna se encuentran poco más de 12 familias que se quedaron a vivir en esta zona boscosa de San José del Rincón, luego de que don Esteban Monroy les regaló un pedazo de terreno a casi 200 familias que se quedaron sin hogar y recibieron alojamiento en las instalaciones del DIF Municipal de este municipio mexiquense.
“Vivimos de milagro, sólo veíamos como toneladas de lodo se llevaban casas y arrastrando todo lo que había a su paso. Al quedarnos sin hogar, decidí venirme con mi esposa a esta tierra y después de que nos atendieron muy bien, nos regalaron este pedazo de terreno donde actualmente vivimos”, mencionó David Garduño.
El habitante de esta colonia que poco a poco se fue quedando sola, indicó que unas 200 familias recibieron un pedazo de terreno donado por don Esteban, pero muchas familias fueron dejando poco a poco las casas de madera que habían construido para vivir.
“Sólo quedamos como 12 familias, pues muchos se iban por buscar mejores condiciones de vida, realmente nos quedamos pocos y somos los que todavía sobrevivimos. Nosotros por ejemplos nos dedicamos a vender antojitos en la zona centro”, añadió.
Recalcó que una vez que comenzaron a vivir en forma, miembros de una fundación se les acercaron a los vecinos para construir un a casa, “ellos nos pidieron que sólo querían el terreno y ellos iban a construir las casitas y así fue, pero después nos enteramos que el médico de dicha fundación sufrió un accidente y ya no supimos más de ese proyecto”, explicó don David.
Comentó que debido a ello, muchas familias optaron por retirarse y por ende, dejaron abandonados sus terrenos, “había mucha inquietud, pero cuando dejaron de venir, se acabó todo y muchos optaron por retirarse a otros lados, incluso algunos regresaron a Angangueo”, indicó.
Platicó que sólo las familias que se quedaron buscaron la manera de salir adelante y por lo mismo, ya han comenzado a construir, “estamos tratando de construir ya bien nuestra casita y en ocho años que llevamos aquí, ahí la llevamos. No obstante, todavía hay personas como doña Reyna que vive en su casita de madera, así tal cual la construyó cuando se quedó sin su vivienda en Angangueo”.
“La mayoría de casitas de madera todavía siguen de pie, aunque la madera ya está prácticamente podrida. De hecho todavía puede verse el letrero donde se colocó el nombre de la persona a la que se le entregó el terreno”, agregó.
Sobre los apoyos recibidos por parte de las autoridades municipales, señaló que gracias a las gestiones realizadas por su esposa Paula Martínez, desde hace cuatro meses ya cuentan con luz, sin embargo, todavía sueñan con el drenaje y porqué no con calles pavimentadas.
“Ya tenemos agua porque don Esteban nos las bombea a un tinaco y ya de ahí la tomamos quienes vivimos en esta colonia, que por cierto, todavía no tiene nombre”, indicó don David Garduño.
Finalmente, hizo un llamado a las autoridades correspondientes para recordar que ahí siguen y si les pueden ayudar a mejorar sus condiciones de vida, se los van agradecer, “a veces tratamos de reunirnos las familias que quedamos, pero a veces también tenemos algunas diferencias por la religión que profesamos”, apuntó.