Tenancingo, México.- "Ya se vienen las lluvias", indica Omar, "el techo de este salón no aguantará", advierte sobre una de las galeras que funcionan desde hace tres años como aula. Pero en la preparatoria José Martí, no hay otra realidad. La pobreza de Tepoxtepec, en Tenancingo, también trasmina en los salones de la pequeña escuela.
Omar Alberto Martínez, es su nombre, y es licenciado en Derecho, pero se hizo docente para ayudar.
Estar aquí es duro, pero bonito y satisfactorio poder ayudar a los jóvenes.
Junto con su compañero Jonathan y otro grupo de 12 profesores jóvenes, sostienen la educación en las aulas improvisadas de la prepa de Tepoxtepec.
En realidad, el edificio escolar es la delegación del pueblo, incluso las oficinas de atención se comparten con las aulas. Las carencias son evidentes: hacen falta pizarrones, computadoras, libros, incluso luz y unos baños.
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Pero lo más necesario es un techo para tomar clases. Es la petición que hacen de forma constante a las autoridades con manifestaciones y escritos.
Estas dos galeras (chozas), las construimos entre todos, pero como ve, no soporta la lluvia ni el frío.Omar.
"En julio sale la primera generación, la mitad de los chavos podrán ir a la universidad", dice gustoso el docente. Para él y su equipo ya es un logro, en medio de tanta adversidad.
El joven profesionista de 27 años habla fluido. Su discurso es claro. Es su mejor herramienta para animar a sus alumnos.
A él le tocan atender al menos 50 de los 153 alumnos de la prepa. Se reparten por horas en las aulas improvisadas. El ingenio es una de sus herramientas.
"Vienen alumnos de otros pueblos y antes, cuando solo estaban las galeras, no cabían y tenían que tomar clases aquí, afuera", señala el docente, parado debajo de un techo de láminas de cartón que se deshace de poco en poco.
Está fue la primera aula, pero ahorita no es apta porque el techo puede caer en cualquier momento.
En medio de las carencias, la voluntad la llevan por delante.
A él le toca impartir ciencias sociales, y materias afines a su formación. Su metodología se basa en que los jóvenes se capaciten y aprendan a resolver problemáticas de su entorno, en su comunidad.
Yo soy abogado, pero me gusta la docencia, tomo cursos para desempeñarme mejor, aquí en la normal de Tenancingo tomamos cursos.
Un Día del Maestro, para él se celebra en las aulas o estudiando. Además el trabajo en la escuela los consume casi todo el día, pues deben improvisar con el material y realizar actividades administrativas.
LA BRECHA
Junto con Omar, su compañero Jonathan López, se ha vuelto voluntario en la prepa José Martí. Omar lleva tres años y su amigo, apenas cumplió nueves meses.
Ambos son de comunidades aledañas, y vieron en el voluntariado una forma de ayudar a otros jóvenes.
Yo soy de aquí cerca en el poblado del Salitre, me vengo todos los días antes de las ocho de la mañana y tengo cinco horas de clase.Jonathan.
El joven además de dar clases, cada sábado se traslada a Toluca para estudiar una segunda licenciatura en pedagogía. No escatima en esfuerzo, pese a sus carencias.
Lo bueno es que la escuela nos otorga descuento, ya voy en el segundo semestre.
Para llegar a la pequeña escuela, ambos profesores deben caminar unos 20 minutos para llegar a Tepoxtepec, o en su caso, tomar un taxi colectivo. Pero la economía "es flaca", porque el sueldo es básico.
"Fíjate del otro lado de la malla", dice Omar, "esas escuelas son apoyas al cien por el gobierno y tienen todo", reprocha el joven profesionista.
Se refiere al contraste que se visualiza entre las primarias que están a unos metros de su escuela, y las instalaciones improvisadas donde ellos ejercen.
Estos meses el calor en Tepoxtepec es duro, pero se palea al interior de las aulas. Omar y Jonathan temen más a las lluvias y el frío del invierno.
"Ahorita los compañeros volvieron a ir al ayuntamiento a solicitar ayuda", dicen los docentes. Previo al Día del Maestro, el mejor regalo sería recibir material para construir su escuela. Ese es su sueño. Hasta hoy, sigue siendo un anhelo.