La negación de las personas a aceptar el cambio de hábitos por la contingencia ambiental es producto de la falta de cultura de prevención, de la educación que se recibe en casa y de la falta de contenidos en los planes escolares, indicó Yazmín Escobar Tapia, investigadora de la Universidad Autónoma del Estado de México.
“Somos producto de la expresión 'si nadie se dio cuenta no pasa nada', pues lo hemos visto en nuestras familias y en nuestros gobiernos, sobre todo si los comparas con los de países del primer mundo, donde la infraestructura urbana está en óptimas condiciones, mientras aquí no importa si la coladera o el bache no quedaron a ras de suelo”, indicó.
Esto es porque no estamos acostumbrados -de generaciones atrás- a hacer las cosas como se deben, a seguir las normas y reglas, por ejemplo, sucede con los coches, pues se deja pasar la verificación, el servicio, se enciende un foquito en el tablero y de decimos “si jala, pues déjalo para después” y eso se refleja en los accidentes que a veces sufrimos, comentó.
La psicóloga y doctora en ciencias de la salud consideró que en Toluca la gente se resiste a porque a pesar de que ya se ven más personas con alergias por la contaminación, todavía no se llega al nivel del Valle de México, donde las enfermedades son más patentes, pues las padecen personas cercanas; además de que en esa zona se difunde más la información, la gente se organiza mejor y es más participativa.
En Toluca, dijo, la gente es como el clima, más hermética y tenemos la cultura de la reserva, es decir, de mientras a mí no me pase nada no me meto ni averiguo que le pasa al de un lado o del otro, pero con los niveles de contaminación que hemos tenido los últimos días las personas, especialmente las que padecen enfermedades crónicas, van a empezar a sentir los efectos.
Yazmín Escobar indicó que una vez empiecen las alergias, ya sea a través de la piel, los ojos o el aparato respiratorio, paulatinamente va a permear al sistema inmune y hasta en las emociones, porque con la enfermedad viene la depresión, la ansiedad, el estrés afecta más y que hace cada vez más vulnerables a las personas.
Ante ello, la investigadora urgió a las autoridades a realizar campañas intensivas de sensibilización, concientización e información sobre la contaminación del aire, sus orígenes, causas y repercusiones, pero haciendo énfasis en lo que cada uno puede aportar para reducirla primero y evitar conductas que dañen el medio ambiente.
También llamó a las organizaciones sociales y particularmente a los jóvenes para organizarse y realizar actividades en favor del ambiente, para “dejar de pensar qué puede darme la naturaleza y empezar a pensar qué puedo darle yo al ambiente y organizar campañas de limpieza de parques y de reforestación haciendo uso de las redes sociales y los medios de comunicación al alcance de cada uno”, concluyó.