"Se vive con el pendiente", dice Antonio Morales Dávila, porque su casa está debajo de una loma de piedras del Peñón, un cerro enorme que divide la parte sur y norte de Toluca.
La incertidumbre le ha vuelto desde que ocurrieron las réplicas del sismo en semanas pasadas y que provocó el desgaje del cerro del Chiquihuite en Tlalnepantla.
"Aquí también sentimos el riesgo, cuando fue el sismo me vine a revisar", cuenta Antonio, recargado en la pared trasera de los cuartos de su vivienda y a la que solo la separa unos metros de la cascada de piedras que podrían caer con un sismo más fuerte al de hace unos días.
Los Tres Peñones es una zona alta que devora, desde hace unos 30 años, la mancha urbana de Toluca, y por eso se ha vuelto en zona de alto riesgo. Aunque, en palabras de Antonio Morales, no hay un protocolo de Protección Civil que los considere para una emergencia.
Por eso deben vivir bajo el riesgo de ser alcanzados por los derrumbes.
"Si aquella bola cae, la primera casa que alcanzarían las piedras sería la mía y la de la vecina de allá", señala Antonio e indica una piedra de gran tonelaje que cuelga de una de las laderas del cerro.
La calle de Las Peñitas solo alcanza a llegar hasta el domicilio de Antonio, pero para subir al de Raquel Gutiérrez Rojas se debe ascender por brechas que la lluvia erosiona cada año.
"En mi casa están cuarteadas las esquinas, y hemos pedido que vengan a revisarlo", advierte Raquel, la propietaria de una de las 10 casas ubicadas en lo más alto de Las Peñas.
Las calles en esa cara de Toluca se angostan entre más se sube a la zona alta, al paraje de Las Cruces y Las Peñuelas. Las privadas solo se suben a pie y para el descenso, en caso de una emergencia de sismo, es casi imposible recorrer las brechas.
Los vecinos sugieren instalar un muro de contención en las partes traseras de las que están más expuestas a los derrumbes del cerro. Pero eso y las alarmas sísmicas para quienes viven en el cerro de Las Peñas, es como pedir que no llueva o que no tiemble la tierra.