“Si fuera chalán, si sentiría duro la chamba” aseguró Francisco, un productor tabiquero que siempre tiene el rostro chorreado de barro porque su jornada diaria consta en producir al menos 600 piezas de tabique mismos que se hornean a más de mil grados por lo que su creación tarda dos días de trabajo para sacar una línea de producto.
Somos tres los que trabajamos en el negocio, ya es propio, por eso nos conviene, porque es trabajo duro.
En dicho poblado, perteneciente al municipio de Metepec, todos se dedican a lo mismo. De la misma tierra del cerro sacan su materia prima, como lo hacen sus vecinos de Tlacotepec en el cultivo del maíz.
“Haz de cuenta que el hacer tabique es como cultivar maíz”, ríe Carlos, hermano de Paco. Ambos tienen manos callosas por palear a diario bultos de tierra y amasar con los pies y manos hasta sacar su argamasa idónea para comenzar a cortar los moldes de tabique.
La galera en la que trabajan los hermanos consta de un horno, dos jacales para sombrear el tabique y dejar que seque y una zona donde revuelven la tierra.
"La primera etapa es escoger la tierra, luego se lleva a cernir, y ya luego a empezar a encajonar las piezas", explicó el tabiquero.
De acuerdo con sus conteos cada pieza tiene valor mínimo de dos pesos y se puede vender a las cementeras hasta en siete pesos; sin embargo, sus primeros clientes son los camiones que surten tabique en delegaciones y pueblos.
"Al horno le caben veinte mil piezas, pero para llenarlo, es difícil", comentó Francisco.
La producción de tabique diaria en la galera de los hermanos Francisco y Carlos es de unos mil tabiques, lo que alcanza para sobrevivir en tiempos de Covid-19 pues en San Bartolomé otras 500 familias sobreviven al mismo ritmo.