Toluca, México.- Braulio Vargas sonríe sentado en su silla de ruedas, bromea con su condición y dice que no puede andar más de 20 metros cuando sale de su casa.
“¡Somos de otro mundo! Así nos miran gente”, recrimina Braulio.
Su experiencia le dice que una ciudad como Toluca es imposible de andar para una persona discapacitada, no hay infraestructura ni cultura en la sociedad para respetar a este sector.
“Las personas que están bien, nos ven como de otro planeta, como que contamináramos, moralmente es muy triste”, defina en su realidad.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en el Estado de México hay una población de 530 mil personas con capacidades diferentes, como dificultades mentales, débiles visuales, dificultad para escuchar, comunicarse y en sillas de ruedas. A esa cifra pertenece Braulio.
“A los tres años me dio una enfermedades que se llama poliomelitis, que dejó sin poderme mover, estuve cuatro años en coma y cuando desperté tuve que enseñarme a vivir”, relata el discapacitado.
Su vida es aún más dura porque en las calles no existe espacio para los discapacitados, desde los básico como el transporte público y calles diseñadas para andarlas.
“No recuerdo la última vez que me subí a un camión de transporte público, debo pagar a diario un taxi para llegar al lugar donde vendo mis dulces”, explica Braulio.
Braulio palea a diario el rechazo social con su humor, pero con lo que no puede es con la falta de infraestructura vial, hay pocas rampas y señalética dirigida a personas en su condición.
En en 2014 con la realización de la Cumbre de Líderes de América del Norte, en el centro histórico de Toluca se instalaron módulos en sistema Braille, para denostar que la capital mexiquense era de vanguardia, sin embargo el servicio estaba sólo dirigido al sector turístico y era de poca utilidad para ubicar edificios públicos, trámites o territorios del municipio.
Asimismo, de las 28 líneas urbanas que operan en Toluca, ninguna cuenta con infraestructura para atender al sector de discapacitados, ya sea rampas para minusválidos, botones parlantes para débiles visuales o distintos en lenguaje Braille.
El INEGI detalla que en la entidad existen entre 50 y 60 organizaciones de la sociedad civil que ayudan al sector de discapacitados.
También desglosa que en los tipos de discapacidad, 268 mil 128 personas tiene dificultades para caminar, 162 mil 243 son débiles visuales, 57 mil 792 tiene problemas de audición, y 45 mil 855 padecen discapacidad para hablar.
“Yo escucho a la gente que se queja por estar sin trabajo, o que la les va mal en la vida, yo quisiera que se pusieran en mi lugar o que me prestaran sus pies para demostrarles que se puede hacer todo”, reprocha Braulio.
Su andar diario es permanecer por 10 horas en el andador de Paseo Colón, a donde llega desde primeras horas a vender dulces, para su sostén económico. Sus ganancias son mínimas y debe asignar más de la mitad en pagar el taxi que lo traslada. No tiene otra opción, la realidad los discapacitados es que el transporte público no es un servicio para ellos.
“Yo doy gracias a Dios por darme un día más y no vivo frustrado”, añade Braulio Vargas mientras sonríe. Su discapacidad no le impide ser feliz.