Otzolotepec, México.- La habitación de José Leonardo, luce repleta de juguetes. Una colección de coches, caballitos, que se mezclan con las pertenencias de Jessica, su madre. El cuarto fue el primer hogar donde estuvo el único año y medio en brazos de ella antes de ser hallada sin vida.
Es una imagen de felicidad disfrazada, la habitación guarda un luto permanente.
“Estos se los regalaron en la calle la gente, aquellas bicis se las trajo su papá”, indica Juana Pedraza, abuela de Leo, con su dedo índice los juguetes de la habitación.
En el Estado de México, las otras víctimas de los feminicidios son los hijos de las mujeres asesinadas, que se quedan en el desamparo. Entre ellos se encuentra el pequeño Leonardo.
Este día de Reyes, como sus cumpleaños y otros festejos, los debe pasar sin su madre.
Desde que asesinaron a mi hija, nosotros nos hemos hecho cargo del niño, en Navidad y sus cumpleaños ahí estamos con él
relata Juana.
“Mi hija solo pasó un día de Reyes con él, una Navidad y un cumpleaños, los demás ya ha sido con nosotros”, reitera.
Abel, abuelo de Leo, muestra un caballito de peluche con mecedora, dice que fue el primer regalo que su hija Jessica le hizo al pequeño.
“Este se lo compró mi hija, un día llegó y le dio la sorpresa”, recuerda don Abel.
RECUENTO
El pequeño José Leonardo tenía un año cinco meses aquel 5 de agosto de 2017 en que Jessica Sevilla Pedraza, su madre, fue hallada sin vida en el paraje “El Hielo” en Huixquilucan. Días previos había desaparecido en el municipio de Xonacatlán.
FELICIDAD AMARGA
En la sala de casa Sevilla Pedraza en Otzolotepec, Leo juega con un par de cochecitos mientras charlan sus abuelos, se muestra inquieto pero atento a lo que se dice de su mamá.
“¿Quién es ella?”, le pregunta Juana al pequeño señalando dos retratos de su hija que cuelgan sobre la chimenea.
“Mamá Jessi”, responde balbuceante Pepe.
Don Abel afirma que su nieto sabe que su mamá se ha ido, aunque sin entender del todo la razón.
“Él sabe que su mamá ya no está, por eso a veces se muestra inquieto, quizás por el coraje de no entenderlo”, revela.
REYES TRISTES
La familia ríe un poco con una anécdota de Leonardo, la felicidad por ratos invade la sala en la que charlan.
“Ya está en trámite la guarda custodia del niño, lo vamos a inscribir a la escuela cuando crezca un poquito más”, apunta Juana.
Para este día de Reyes, su regalo ya está apartado. No pide mucho Leo.
“¿Qué vas a pedir en tu carta a los Reyes? Dile a los señores para que anoten en tu carta”, le cuestiona su abuelo.“Un Woody”, responde el pequeño de dos años. Juana asegura que su nieto es amante de los animales de granja, los vaqueros y las guitarras.
En medio de la habitación, el niño extiende sus juguetes sobre la alfombra para jugar. El ambiente se torna triste porque hasta hace un año y cuatro meses ese espacio era el hogar de la hija mayor de la casa.
“Así como educamos a su madre, vamos a educar a su hijo, enseñarle a ser independiente”, revela Juana Pedraza.