Ixtlahuaca, México.- La fotografíade Karina Quiroz Nolasco, permanece protegida en los brazos deGabriela y José, sus padres, quienes este martes la enterraron. Laestudiante de 21 años, era la menor de sus hijos, también suorgullo y el ejemplo de sus hermanos, pero fue asesinada el 16 deseptiembre y su cuerpo fue hallado el 3 de octubre en un sembradíoa menos de 100 metros de su casa en la comunidad ConcepciónEnyege, municipio de Ixtlahuaca.
Gabriela Nolasco, un día despuésde dar sepultura a Karina, aún no puede contener el llanto alrecordar los 17 días que soportó la ausencia de su hija, sinsaber si estaba viva o muerta. Se hizo activista, pegó fotos entoda plaza y calle, de un municipio a otro, gastó una y otra vezsu saliva en preguntar y secó sus lágrimas cuántas veces pudo,buscó en los lugares más recónditos, pero al final la noticia leestremeció cuando supo que el cuerpo de su hija había estado todoese tiempo a menos de 100 metros de su casa.
https://youtu.be/MxndOHKadVc"Unos vecinos vinieron a tocar lapuerta y me dijeron: señora, estábamos midiendo unos terrenos ypor ahí tengo entendido que usted anda buscando a su hija,encontramos un cuerpo y creo podría ser ella, yo cuando fui, sinverla, solo miré su ropa, les dije que si era mi hija, en esemomento sentí que se me desvaneció el cuerpo", describe Gabrielasoltando el llanto, sobre los momentos en que supo del hallazgo deKarina en el terreno de milpas que da hasta una brecha enterracería, y el que la joven estudiante caminaba cada fin desemana cuando regresa de la escuela.
Las horas de angustia porKarina
El pasado sábado 16 de septiembre,Karina se había levantado temprano, planchó su falda y camisón,lustró bien sus zapatos negros y el saco azul marino de suuniforme, para luego tomar un desayuno ligero y salir del cuarto dela casa donde se quedaba con su madre durante la semana en Toluca,en la casa donde ella hacía servicio doméstico.
Ataviada con su uniforme, tomócamino al desfile por el Día de la Independencia en el queparticiparía con su escuela frente a la plaza de los Mártires deToluca. Las horas siguientes, ya no se supo de ella.
Se despidió de Gabriela, con lafrase habitual: "Mamita, ya me voy", recuenta la mujer.
"Ella regresó al cuartito donde nosquedábamos, fue a recoger sus libretas, su bolso, sus cosméticosy todas sus cosas personales que traía, también fue al banco ysacó cincuenta pesos para venirse para acá (al pueblo de laConcepción)", deduce Gabriela sobre las horas previas al homicidiode su hija.
Eran alrededor de las 14:00 horasdel día 16 de septiembre, cuando Karina habría tomado camino aIxtlahuaca, luego abordó un taxi colectivo que le dejó a lasafueras de La Conchita. Pero nunca llegaría a su casa.
Gabriela, en su preocupación comomadre, al salir de trabajar y observar que su hija no estaba,comenzó con las llamadas al teléfono, pero no hubo respuesta. Elteléfono le indicaba ocupado: “Una de las niñas que cuido, medecía, no se desespere doña Gaby, insista, yo marcaba perosiempre escuchaba que el número estaba ocupado”. Siete palabrasque Gabriela escuchó repetirse desde el número de su hija lassiguientes 24 horas.
"Yo no desconfié de mi hija, porqueella no tenía un horario fijo de llegar, porque carecía de lascosas para hacer su tarea y tenía que ir a un ciber siempre, y yoconfiada me dije a mi misma: se quedó a hacer su tarea”, analizaGaby, aunque en su presentimiento de madre, temía que su hija noestaba con bien.
En su desconocimiento por no saberqué hacer, dejó pasar las horas y es hasta el domingo 17 deseptiembre, durante la noche, con ayuda de una profesora de suhija, acude a la Fiscalía Especializada de la Mujer de Toluca,para iniciar una denuncia por la desaparición.
“Llegué alCentro de Justicia para la Mujer y les dije: vengo a denunciar quemi hija ha desaparecido, y me dice el licenciado que me atendió,no sé preocupe, probablemente está con el novio, le contesté queno”, reveló del trato que le dieron en laFiscalía.
Gabriela acudió a la escuela deKarina, ubicada en Zinacantepec, donde pidió datos con suscompañeros. La respuesta fue la misma, que Karina se había idodesde el sábado 16 a Ixtlahuaca.
En la base de taxis que la jovenusó para llegar a su pueblo, Gabriela encontró pocas respuestas,sólo alguna esperanza de un chofer que le señaló haberla vistoabordar. No hubo más y la angustia creció en los siguientesdías.
La búsqueda, el hallazgo y losindicios
Alguno de los vecinos le dijo aGabriela que Carlos, el exnovio de Karina, quizás sabría algo desu paradero. Fue entonces que decidió ir a tocar la puerta de sucasa, junto con su esposo José, ubicada tan solo a unos metros dela suya. Encontró su primer indicio y al probable responsable delo ocurrido con su hija.
“Fuimos a tocarla puerta de la casa de Carlos, salió él y su mamá, le dijedisculpa que venga, pero sabes dónde está Karina, me dijo que nosabía nada, que desde hace dos a o tres meses que no la veo, peroen ese momento me doy cuenta que trae arañados los brazos como derasguños de una mujer”, revela Gabriela, de los ruegos que lehizo al exnovio de su hija. No olvida ningún detalle y el hilo delas horas de angustia lo mide con precisión.
Esos rasguños en las manos y cuellodel menor de 17 años, a quien se le detuvo el día del hallazgodel cuerpo de Karina, como el único sospechoso del homicidio, sonpruebas que se analizan en la Fiscalía estatal.
Sobre esos indicios, Gabrielaresuelve que su hija se defendió de su victimario con la voluntadque a diario enfrentaba la vida. Se aferró hasta el últimomomento.
Lo que continuó de la búsqueda porKarina, fue comenzar a repartir la alerta con su foto enAtlacomulco, San Felipe del Progreso, un ir y venir hasta Toluca,pensando en que la habían raptado. A la semana, junto conexcompañeros, montaron una manta con el rostro de Karina frente ala Fiscalía estatal en Toluca para exigir su aparición. Pero nohubo indicios.
Al insistir en los mensajes delcelular de Karina, hubo varias respuestas: “Estoy bien, no me heido, no me molesten”, decía uno de los mensajes que tras losintentos se obtuvo.
Continuaron otros mensajes: “queen una semana iba a regresar, después que en un mes y luego, esque me fui a Guanajuato” Gabriela y José no creía en esosmensajes, seguros que no era su hija quien escribía.
“Yo tenía un presentimiento quemi hija ya no estaba viva, probablemente me la mataron, ese fue elpresentimiento que tuve como madre”.
Las indagatorias, como resulta en lamayoría de los casos, fueron hechas por la propia familia. Almediodía del martes 3 de octubre, con ayuda de vecinos se hallaronlos restos de Karina Quiroz Nolasco, ya en estado dedescomposición y carcomida por la fauna del lugar, su falda estabaa unos metros del cuerpo, también se halló su bolso color blancocon bordado y puntos dorados, con sus zapatos escolares alinterior. Como si su victimario hubiera tenido el tiempo paraacomodarlos.
José fue quien dio fe de que setrataba de la menor de sus hijas y quien sabe a detalle sobre laescena del crimen.
“Estaba debajo de unos rastrojos,se los pusieron encima para que no se viera el cuerpo, ya su caraestaba comida por los perros”, revela José.
Carlos fue ingresado al tutelar paramenores el 3 de octubre por la tarde, donde permanece a la esperade su proceso y la siguiente audiencia fechada el 8 de noviembrepróximo.
Mi hija quería superarse y eranuestro orgullo
Karina, llegó al mundo un 11 deagosto de 1996, la más chica de cuatro hijos y la única quehabía tomado el gusto por estudiar. Antes de ser asesinada,estudia el tercer semestre de la licenciatura en Educación de laEscuela Normal Superior del Valle de Toluca. Le faltaban dos añosy medio para graduarse, un logro que esperaba conanhelo.
Desde la secundaria, la joven eraestudiante de excelencia, así lo luce Gabriela con las boletas queguarda y que sacó para mostrar los 10 de calificación en lamateria de Observación y Análisis de la Práctica Escolar y enotros currículos que llevaba Karina.
“Ella me decía: mami cuando yotermine mi carrera, voy a ayudar a mucha gente, y cada fin desemana tenía su grupo de niños a los que les ayudaba aquí en lacomunidad”.
José y Gabriela saben que darleeducación a su hija era difícil, pero la voluntad de la joven lessuperaba su angustia. Karina estudiaba y trabajaba, incluso sumadre decidió irse con ella a Toluca para ayudarla. Unos díasantes de su muerte, Gaby le había comprado con sus ahorros y elpoco sueldo que ganaba una laptop, que se quedó empaquetada. Sinuso.
“Apenas iba a estrenar su laptop,ella misma se la escogió, estaba muy emocionada, la computadora sequedó empaquetada, pero la satisfacción que tengo es que mi hijaayudó a mucha gente”, afirman José y Gabriela, al momento dehacer un llamado a las autoridades para evitar más casos como elde su hija.
Los restos de Karina descansan en elpanteón de La Conchita, donde fueron enterrados este martes 11 deoctubre. Su recuerdo son un par de fotos que lucen en un estante dela pequeña vivienda de la Conchita, donde vivía con sus padres.Es un hogar humilde que consta de una sala, cocina y un par decuartos, de donde Karina salió para buscar el sueño de terminaruna carrera y al que nunca llegó aquel 16 deseptiembre.
Lo que debes de saber:
21 Años tenía Karina
17 Días permaneció desaparecida
A unos 100 metros de su casa fue hallado elcuerpo
Cursaba el tercer semestre de carrera
Karina fue el feminicidio 199 del Edomex