Calimaya, México.- En la comunidadde La Concha volvieron a retumbar los cañones, las espadas secruzaron y las calles se llenaron de pólvora y gritos al tono de:¡Viva la Batalla del Cinco de Mayo del año 1862! Viva México!como si se tratara realmente de la pelea bélica entre mexicanos yfranceses, en el estado de Puebla y que está marcado en lahistoria. La representación cumplió más de 90 años y loshabitantes de este pequeño pueblo hacen que el realismo que leimprimen, haga retornar el tiempo.
-Viva el Cinco de Mayo, viva elEjército mexicano, muera Napoleón Tercero! -Grita a ratos en cadaesquina don Carlos Rojas Valle, como desde hace 30 años que hacesu personaje del General Ignacio Zaragoza.
Semanas anticipadas don Carlos manda apartar suuniforme militar que renta para meterse a su personaje, lentesoscuros, cachucha y espada color dorado que usa sólo estedía.
A sus años explica que lo hace porque es suresponsabilidad como mexicano avivar la identidad a lasgeneraciones de niños que lo miran y escuchan cada año en eldesfile.
"Ya han muerto muchos paisanos que hacían el mismopapel que yo, ahora me toca a mí representar al General, y nuncafallo porque siento que esto ya es también una responsabilidad",externó don Carlos.
En el desfile participan además los alumnos de laescuela primaria Ignacio Zaragoza y los de la secundaria MiguelHidalgo.
[videomp4="https://cdn.oem.com.mx/elsoldetoluca/2017/05/5-de-Mayo.mp4"][/video]El recorrido se hace por las principales calles de LaConcha, y en cada esquina hay un enfrentamiento entre ambos bandos,los rojos y azules, apilados con palos, espadas y el estruendo delos cañones que hacen retumbar las paredes de las casas.
Abraham García, encargado de la pólvora y loscuatro cañones del Ejército mexicano, explicó que las réplicasbélicas tienen más de 30 años, incluso algunos hasta 60 años deusarse.
Estos fueron hechos por los propios herreros delpueblo que cada año unos días previos se pintan al color plateadoo bronceado.
"Los cañones se guardan y se sacan cada año para larepresentación, no cualquiera puede usarlos, sólo algunos que yasaben bien como cargarlos porque pueden ser peligrosos", dijo elencargado.
Para todo el recorrido se almacena y compra unos 30 a40 kilos de pólvora que se va usando por los cañoneros durante elrecorrido de a dos gramos por disparo.
Don Francisco Rodríguez Lechuga, es quizás elparticipante de más edad, pues lleva 60 años en lasrepresentaciones, y ha visto desfilar a varios presidentes delpaís, crisis y conflictos bélicos mundiales reales; sus memoriasson frescas cuando habla de la Batalla del 5 de Mayo.
"Es mejor que las guerras sean así, sólo unarepresentación y no de verdad como ocurre en el mundo y aquí enMéxico con tanta violencia y muertos por la delincuencia", pide elhombre de la tercera edad, que cada año forma parte del Ejércitofrancés.
Este año la representación cayó en viernes pese aello hubo buena participación de habitantes, este día nadietrabajó en La Concha, desde tempranas horas las familias sealistaron a ponerse los uniformes y a pintarse el rostro con labandera mexicana y la francesa.
En las puertas de las casas, como esperando unaprocesión, se dispusieron sillas para divisar el desfile, confetipor aquí y por allá, cámaras listas para la foto del recuerdo yaplausos en cada recreación de las escenas.
Para quienes no están acostumbradosa los estruendos, son minutos de quedar sordos por los cañones quedejan un eco como zumbido.
Mientras que en la plaza del pueblo, asemejando a unaferia de fiesta patronal, se ofertaron pambazos, pozole, sopes ytacos, para acompañar la fiesta, y de fondo sonó el Sauce y laPalma.
-¡Pásele, que le damos, tenemos demole verde, papas con chorizo... ¡Pásele! -gritan las pregonerasde los antojitos que hacen su agosto cada cinco de mayo.
El recorrido tiene varios puntos,desde la salida de la plaza del pueblo hasta el enfrentamiento quese hace en el monte, ahí caen varios soldados muertos y se dejansentir más los cañones.
Luego del mediodía, pasadas las13:00 horas, como si se tratara de un momento de resaca por laembriaguez del momento, todo queda en silencio, el pueblo vuelve asu vida habitual, solo a lo lejos una canción resuena: ¡SiAdelita quisiera ser mi novia, si Adelita fuera mi mujer! que sepone en el sonido contratado para la ocasión.
Luego todo retorna a su molde, lasmanos al campo y al jornal, las caras se despintan y los uniformesjunto con los cañones se guardan para el otro año.