Cristina se toma el rostro cuando explica para lo que le alcanza su presupuesto diario. En medio de la pandemia, la pobreza ha sido más dura que la enfermedad en su hogar.
"Si tenemos ochenta pesos para comer a diario, es mucho", reprocha Reyna Rodríguez.
Su familia la componen su esposo Roberto y sus hijos, Lulú y Mauricio.
Roberto es operador de autobuses a zonas escolares, pero cuando inició la primera cuarentena las escuelas cerraron y le redujeron las corridas a dos por semana.
"Me llaman dos veces por semana y se gana lo mínimo", explica Roberto.
Las carencias atraídas en los últimos meses en el seno de la familia de Roberto y Reyna no es un caso aislado. Las estadísticas indican que la pobreza se ha exponenciado en todo el país.
Pasó del 41.8% al 48.9% en los últimos dos años y creció aún más durante la pandemia, indica un informe del Coneval.
"Ahorita estamos ajustados porque los niños no deben conectarse a sus clases y no tenemos que pagar el internet que nos presta la vecina", comentó Reyna.
La despensa de la semana la deben tandear con lo básico: frijol, arroz, huevo, tortillas, café y en ocasiones pollo.
"Pedimos crédito en la tienda y pagamos cuando mi esposo sale a dar viajes", comenta Reyna.
Ella se ayuda en el gasto con un pequeño puesto de ropa usada que pone frente a su casa, y ha pensado en pedir permiso en el tianguis semanal de su colonia.
"Estoy pensando en irme al tianguis, allá se vende más pero cobran de cien a trescientos pesos", revela Reyna.
Roberto está saliendo a realizar corridas los jueves y viernes de Toluca a Ixtlahuaca.
El viernes es su mejor día, por el tianguis de Palmillas.