Pareciera que pesa el mundo en la espalda de Jorge Fuentes. quien mira a su alrededor mientras, con los ojos cristalizados, señala sus herramientas y maquinaria para luego hacer lo mismo con sus hijas para decir que se había dado por vencido, que no quería volver a hacer zapatos.
"Ya había tirado la toalla, pero mis hijas me dijeron que no", cuenta Jorge, quien representa a una tercera generación de zapateros en su familia.
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La pequeña empresa con razón social “Calzado Legost” de San Mateo Atenco, había cerrado, pero recientemente reabrió y ve una segunda oportunidad con el calzado escolar.
"Como quien dice, vamos a empezar de cero, ya salí a buscar clientes", dice don Jorge en su taller junto a sus moldes de plástico y rollos de piel sintética que ya desempacó para comenzar a producir.
El inicio de ciclo escolar pareciera que es su “pulmón” de ingresos para esta familia. Por eso han apostado su esfuerzos en producto calzado en charol y otros estilos, dicen.
“Tenemos algunos pedidos, no como hace dos años, pero es algo”, responde doña María de los Ángeles Ramírez, esposa de don Jorge, quien es la segunda en el hilo de la pequeña producción de calzado.
PERDIERON TODO
En ese taller de la calle 2 de Abril en el barrio de San Lucas de San Mateo Atenco, la familia Fuentes mira paredes vacías, aunque ya hay material por transformar en zapatos. Hace dos años estaba abarrotado de maquinaria, suelas, piel y personal, cuentan los Fuentes.
“Tuvimos que vender algo de maquinaria por las deudas”, dice Maribel Fuentes, hija de Jorge.
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Por el momento sacan los pedidos con lo básico, por eso es que reprochan que los programas de apoyo o la ruta de comercio, las absorban las grandes uniones de talleres y empresas de San Mateo.
UNA LÍNEA DE PRODUCCIÓN
Allí en la familia Fuentes, no solo es donde Jorge el que produce, son también su esposa María de los Ángeles, y sus tres hijos, Maribel, Nancy y Hugo. Éste último tiene otro taller que también lo han volcado en el calzado de temporada y el escolar.
“Tenemos un local en la plaza Naranja, allí vendemos un poco”, cuentan.
Para este inicio de ciclo escolar, el pedido para familia ha sido de unos 60 pares de calzado escolar, que venderán en el Valle de México y la Ciudad de México.
“Estamos con el calzado de otoño-invierno, es como estos botines”, explica el zapatero Jorge.
La línea de producción es pequeña. Hace dos años era de 600 pares y las ganancias, mejores, pero el ambiente en el taller se ha fortalecido. Es ameno y hay esperanza en sacar todos los pedidos, aseguran los Fuentes.