Alexandria Ocasio-Cortez, la candidata socialista de Nueva York que el martes se convirtió en la persona más joven en ser electa a la Cámara de Representantes, es el rostro más visible del nuevo movimiento político progresista en Estados Unidos.
Su elección culminó su ascenso meteórico para alguien que apenas hace un año trabajaba tras la barra en un bar de Nueva York. Su triunfo en las primarias demócratas desbancó a Joseph Crowley, quien se había mantenido como representante de ese distrito por 10 periodos.
En las elecciones generales, Ocasio-Cortez arrasó con 78 por ciento de los votos a su rival republicano, Anthony Pappas.
La popularidad del movimiento socialista que Ocasio-Cortez representa ocurre en un contexto en que el presidente Donald Trump ha insuflado energía a la ultraderecha religiosa, y a grupos racistas, xenofóbicos y con una agenda claramente inspirada en la plataforma de la supremacía blanca.
En ese sentido, su triunfo confirió energía a una nueva generación de líderes jóvenes independientes o asociados al Partido Demócrata que no temen ser identificados como socialistas ni confrontar a sus compañeros partidistas que consideran demasiado complacientes con la derecha política.
“Hay mucha gente que sabe que vamos a meternos a la guarida del león, incluso dentro de nuestro partido”, indicó Ocasio-Cortez en una entrevista tras su triunfo.
Su labor estará en capitalizar la energía de su elección a fin de mover a su partido a defender posiciones más progresistas. Su postura es contraria a la de los vetustos jefes demócratas Charles Schumer, líder del Senado, de 67 años, y Nancy Pelosi, líder de la Cámara de Representantes, de 78 años.
Su lenguaje la separa de manera obvia de estos liderazgos. Ocasio-Cortez promete luchar por “las necesidades de las familias de clase trabajadora” y combatir “la supremacía y la corrupción del gran capital”.
Este nuevo movimiento tomó fuerza e inspiración tras la campaña del socialista Bernie Sanders en las primarias del Partido Demócrata rumbo a las elecciones presidenciales de 2016. Pocos tomaron en un principio en serio su aspiración hasta que comprendieron el masivo apoyo a sus propuestas.
Sanders, quien fue igualmente reelecto este martes como senador por el estado de Vermont como independiente, logró marcar una nueva tendencia dentro del Partido Demócrata, por el que compitió en las primarias, y llevó al centro del debate políticas socialistas que antes parecían anatema.
Tal como su mentor, Ocasio-Cortez apoya propuestas de cobertura de salud sin costo para todos los estadunidenses, eliminar las colegiaturas de las universidades públicas y terminar con la industria privada de las prisiones.
Asimismo, la congresista electa rechaza todo las contribuciones provenientes de corporaciones, y sus campañas fueron financiadas solamente con donativos de individuos, tal como hiciera Sanders.
Ocasio-Cortez ha agregado una propuesta adicional a su campaña: abolir la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE), que es la dependencia encargada de implementar la política de separación de familias migrantes en Estados Unidos.
Otra diferencia con Sanders es que Ocasio-Cortez, cuya familia es originaria de Puerto Rico, personifica a una población femenina claramente subrepresentada en el Congreso y pertenece a una “minoría étnica”.
Ocasio-Cortez representa además un distrito de clase trabajadora y de una increíble diversidad étnica. Su distrito se divide entre el Bronx, un tradicional enclave afroamericano y latino, y Queens, considerado como el condado más diverso de Estados Unidos, donde cientos de idiomas son hablados.
Su poder, argumenta, viene solo de su apoyo popular. Su plataforma de campaña afirma: “somos la única campaña honesta: sin conexiones a la maquinaria política, sin donaciones de corporaciones y sin influencia de cabilderos. Ponemos nuestra confianza y nuestro esfuerzo en la gente”.