La pandemia del Covid-19 que ha cobrado la vida de casi 2 millones y medio de personas en el mundo no ha detenido el desarrollo de armas nucleares, que ponen en riesgo a la humanidad y al mismo planeta.
Lo anterior lo dio a conocer el comité de miembros del Boletín de Científicos Atómicos (en el que participan 13 ganadores del Premio Nobel) el pasado 27 de enero, en el cual se destaca que el llamado reloj del fin del mundo se mantiene a cien segundos de la media noche o el final.
En medio de la pandemia los gobiernos renunciaron con demasiada frecuencia a su responsabilidad, ignoraron los consejos científicos, no cooperaron ni se comunicaron de manera eficaz y, en consecuencia, no protegieron la salud y el bienestar de sus ciudadanos.
Todos los países del club nuclear sostienen un esfuerzo de modernización de los sistemas de envío de las armas, tanto Estados Unidos como Rusia, que poseen 90% de ellas.
Actualmente hay unas 14 mil armas nucleares, la gran mayoría en estado de alerta, Estados Unidos y Rusia han ido perfeccionando su arsenal con capacidades supersónicas que hacen más difícil una intercepción.
Jans Fromow Guerra, experto de la Facultad de Medicina de la UNAM y miembro de la organización Médicos Internacionales para la Prevención de la Guerra Nuclear (IPPNW, por sus siglas en inglés), puso como ejemplo de la devastación un posible conflicto entre India y Paquistán utilizando sólo 50% de las armas nucleares que poseen (menos del 1% de las que hay en el orbe) sería suficiente para que el número de muertos fuera de 20 millones.
Agregó que se suma el daño al medio ambiente por incendios y el hollín que subiría a la atmósfera reduciendo la luz de Sol, ocasionando un enfriamiento drástico de 1.5 grados Celsius, poniendo en alto riesgo toda la producción de alimentos.
Se calcula que en los primeros 20 años de este supuesto morirían dos mil millones de personas debido al hambre.
Fromov Guerra recordó que la hora del reloj del fin del mundo es definida por los miembros del Boletín de Científicos Atómicos, creado en 1945 por Albert Einstein y los expertos que ayudaron al desarrollo de la primera bomba atómica, el Proyecto Manhattan.
Dos años después determinaron el reloj del juicio final, utilizando el imaginario del Apocalipsis (la media noche) y el idioma contemporáneo de una explosión nuclear (conteo regresivo a cero) para reflejar el conjunto de riesgos que enfrentan la humanidad.
El reloj es un indicador universalmente reconocido de la vulnerabilidad del mundo a la catástrofe causada por las armas nucleares, el cambio climático y las tecnologías disruptivas.