Se podría decir que no pasa semana sin que el papa Francisco critique con dureza los males, la lejanía y la incoherencia de algunos eclesiásticos respecto a sus deberes pastorales. Esta vez lamentó “ver a sacerdotes y religiosos con una doble vida”, precisando que se trata de “una herida en la Iglesia”. Lo hizo en su cotidiana misa matutina en la Casa Santa Marta, donde reside desde que fue elegido Sumo Pontífice hace ya casi cinco años.
Bergoglio centro su homilía en la figura del pastor y en las características que lo hacen digno de este encargo, comenzando por la “autoridad”, seguido por la “cercanía” a Dios y al pueblo, y por la “coherencia” que asume la tarea de contrapeso a esta “doble vida” que “enferma a los pastores”.
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La “autoridad”, explicó el Pontífice argentino- es “la novedad” que lleva Cristo con su enseñanza, “el don de la autoridad recibida del Padre”. Esta “enseñanza de Jesús “provoca estupor y mueve los corazones; él tenía autoridad –agregó Bergoglio- porque se acercaba a la gente, comprendía sus problemas, aliviaba los dolores y curaba los pecados”.
Precisamente la “cercanía”, subrayó Francisco, debe ser el requisito principal de un pastor: cercanía con Dios en la oración en primer lugar y cercanía con el pueblo porque el pastor no puede ser marginado de la vida de las personas”.
Y un pastor que no se comporta de esta manera –denunció el Papa jesuita- “termina en esa categoría de cristianos que Jesús definió con fuerza ‘sepulcros pintados de blanco’: Bellísimos por fuera, pero podredumbre por dentro”. Así terminan –puntualizó Francisco- esos “pastores enfermos que insisten en esta doble vida”.
Esa “podredumbre” podría identificarse en la corrupción, en el afán de hacer carrera, en los ataques a sus hermanos, en la búsqueda de dinero y de mundanidad, entre muchos otros “males” dentro de la Iglesia denunciados con gran insistencia por Bergoglio, por no hablar del peor de todos: los abusos sexuales a daños de menores.