Jesús se agachó luego de escuchar tronar las láminas de contención que aventó la pipa antes de volcar. "El chofer gritó: ¡papá, papá! Nomás lo alzó y el señor ya no respondió", cuenta el chalán de camiones, que estaba en su labores a unos metros de donde ocurrió el accidente en que falleció una persona en la carretera México-Toluca.
A las 9:40 horas estaba por lavar el segundo camión. Había sacado sus trapos y los cepillos pero regresó a la bodeguita donde guarda sus herramientas por una cubeta, fue cuando la pipa volcó.
"Solo se escuchó un ruidazo, como un rayo", cuenta.
El hecho ocurrió en la parábola que se genera en la entrada a Amomolulco, Lerma, con dirección a Toluca que es conocida como "curva de muerte" por los camiones de carga y tráilers que se han accidentado.
La unidad habría perdido los frenos, y derrapó unos 100 metros hasta quedar recostada sobre el lado derecho. A bordo iban tres personas: el chofer y dos acompañantes. Uno de ellos "salió volando y quedó enredado entre las láminas de contención", relata Jesús.
Junto con otros “chalanes” corrieron después de unos minutos a intentar ayudar. Su base de camiones se ubica a un costado de la carretera, en un desnivel que forma una barranquita, y que los protegió de la carrocería de la unidad.
"Tardamos como un minuto en reaccionar, ya estaba el señor tirado, yo medio que lo moví, toda la frente estaba abierta y chorreada de sangre", recuerda.
Sobre unos 50 metros de carretera quedaron escombros, láminas, también dos sombreros y una cobija con la que se tapó el cuerpo del fallecido.
"Un suspiro y fue todo", expresa Jesús, sin dejar de lavar sus camiones. "El del Oxxo recogió el brazo, porque a uno se le arrancó un brazo" reitera.
Minutos después de las maniobras de los ayudantes anónimos, al accidente arribaron ambulancias, bomberos y policías. En un perímetro que abarcó los carriles laterales y parte del acotamiento, se abanderó.
“Es un químico que puede explotar”, informó un bombero de Lerma que fueron los primeros respondientes.
Una de las ambulancias trasladó a uno de los lesionados, a quien se le reportó en riesgo por la amputación de un brazo.
“Yo estaba aquí en mi tiendita, cuando escuché el tronido de los fierros, me persigné porque fue muy feo el ruido”, cuenta doña Mari, que tiene su tienda sobre una base de taxis a pie de carretera.
Con ayuda de tres grúas industriales se remolcó la "salchicha" junto con la carrocería que no se desprendió de la unidad.