"¡Denle espacio!", repetía don Raúl, "que tome aire", pero el tumulto de gente se había arremolinado en el cruce de Lerdo y Juárez. Al centro de todo, sobre el asfalto negro, corría una línea roja. Casi espesa. El cuerpo de un músico ambulante permanecía en el suelo junto a su guitarra. Unos momentos antes había sido atropellado.
"Yo le decía: ¡Jesús, anímate, estamos contigo!", cuenta don Raúl después de lo ocurrido. Fue de los primeros que se acercaron para intentar auxiliar al lesionado.
Unos 15 minutos atrás de la escena, don Jesús, un trovador ambulante de 63 años de edad, había terminado su jornada diaria. Su vieja guitarra cargada al hombro y una gorra roja puesta que le cubre del sol: la jornada parecía normal y se disponía junto con su sobrino a retornar a casa.
Los alcanzó el semáforo en el cruce de Sebastián Lerdo de Tejada, esquina con Benito Juárez, ambos quisieron cruzar pero fueron alcanzados por un auto de modelo reciente color blanco, que aventó a don Jesús varios metros por los aires.
"El señor alcanzó a empujar al niño para que no lo atropellaran, y lo salvó", relata Marisa, una auxiliar de enfermera que también apoyó en el auxilio.
Entre los curiosos que comenzaron a aparecer, se abrió camino don Raúl, un empleado administrativo de Protección Civil. "Háganse para atrás, yo sé primeros auxilios", pedía a los curiosos que improvisaban ayuda.
Se arrodilló para hablarle al peatón y comenzó a revisar su pulso: "ya viene la ambulancia, no te duermas", le repetía el rescatista al músico. La respuesta era poca, entre la gente, ya decían que había fallecido, pero Raúl seguía en su cometido.
"Le puse un apoyo en el rostro para que pudiera respirar, porque el golpe fue en la nariz", explicó don Raúl.
Los minutos de atención que brindó el rescatista desconocido a su paciente, fueron cruciales. Logró aletargar la vida a Jesús.
El músico movía por momentos sus manos, haciendo esfuerzo para responder. Permanecía bocabajo con lo pesado del sol. Se le distinguía unos viejos zapatos y una chamarra roja con la que a diario se viste para entonar sus canciones.
En la escena también estuvo Marisa, una auxiliar de enfermera, que no dudó en bajarse de la banqueta para correr a dar ayuda.
"Mi hijo y yo nos acercamos, yo le empecé a hablar: ¡señor tranquilo! quise hablar más con él, porque es el protocolo pero la gente se amontonó", describe Marisela.
Los esfuerzos ayudaron hasta que arribó una ambulancia de Protección Civil de Toluca. Los héroes urbanos se alejaron. Habían cumplido con lo suyo. Un par de paramédicos apoyados de dos policías, contaron los tres tiempos para realizar el proceso de encamillado.
"Yo sí pensé que la ambulancia no llegaba", recuerda Marisela, "en estos casos los minutos son eternos".
Sobre el parabrisas del coche blanco que se detuvo metros adelante, aún estaba la gorra roja don Jesús. Una de las pruebas de lo sucedido.
Más atrás la mancha roja, casi cuajada, permanecía con una granja que corría y buscaba camino a la parte a desnivel de la avenida.
Los curiosos tomaban fotos y susurraban. Cada uno exponía su hipótesis. Las sirenas se abrieron camino entre las hileras de coches que se habían hecho por lo ocurrido.
Los dos héroes, se fueron silenciosos, sin que nadie les agradeciera. Volvieron a su rutina y desaparecieron en la mancha urbana.
Frase:
"Yo le decía: ¡Jesús, anímate, estamos contigo!".Raúl Torres, empleado de Protección Civil y voluntario del accidente.