La crisis sanitaria del Covid-19 ha sido un lastre aún más pesado para la familia de Christian Escobar García, desaparecido el 12 de agosto del año pasado mientras se dirigía de Ocoyoacac a Lerma, porque deben seguir buscando y pareciera que hasta los ánimos han hecho cuarentena.
Las investigaciones de la Fiscalía mexiquense bajaron el ritmo y el Covid-19 obliga a que se pierda interés en los desaparecidos, relatan unos mensajes de Whatsapp Marlenne, hermana de Christian.
El caso de su hermano, hasta finales del año pasado, era repetido en notas periodísticas de diversos medios, pero ahora solo se sirven de su propia campaña para buscar y van al ritmo que la Fiscalía puede, dice.
"Ahorita, con lo de la cuarentena, si han trabajado en la fiscalía pero más lento , por lo mismo de la circunstancias", refiere Marlenne.
En tiempos de Covid-19 es difícil salir a pegar cartelones con la foto de Christian y que les den un dato. Menos, porque no hay transeúntes que ocupen las calles. Tampoco es fácil que se les asignen agentes para ir a buscar a los sitios que marcan los avances de la investigación.
Su hermano Christian, de 31 años de edad, es una de las personas desaparecidas en el Estado de México que no han podido ser rastreadas en los últimos nueve meses. Y que la crisis sanitaria vino a palidecer aún más las pocas pistas que ya había.
"Seguimos sin localizarlo y ya cumplió nueve meses", asegura Marlenne en los mensajes que responde.
Aunque solo escribe, se nota entre cada palabra que redacta, la desesperación por saber de Christian y lo que le ocurrió.
"Hay algunos avances y se está buscando en todo el estado, pero no puedo decir más", reitera Marlenne.
Debido a la cuarentena las investigaciones en campo de la Fiscalía se reducen a levantamiento de cadáveres en escenas de crímenes y accidentes. Los ministerios públicos y las oficinas centrales de la FGJEM también fueron cerradas por protocolo. De hecho la atención de denuncia es vía internet y se ha dispuesto de aplicaciones y líneas 01800.
Liz Machuca, una activista que busca justicia por su hermana Eugenia, asesinada en el 2017 en Ocoyoacac, sostiene que el virus ha puesto un lastre más a las desapariciones y el activismo por la justicia de mujeres asesinadas en la entidad.
"No, con esto la verdad ni salimos", cuenta Elizabeth al ser consultada.
Ella y otro grupo de mujeres y madres de víctimas de feminicidios, a finales del año pasado iniciaron con un proyecto denominado Zapatos Rojos y otro que lleva por nombre Contra la Impunidad y el Olvido y, que tiene el objetivo de instalar memoriales en plazas públicas de sus hijas y hermanas.
Pero el Covid-19 ha retrasado todo y los recursos del colectivo se agotaron.
"El presupuesto se nos terminó, esperemos que cuando pase esto, podamos reanudar los memoriales", comenta Machuca.
Por lo pronto los memoriales que estaban programados para el mes de mayo, no se instalarán.
"Aún no lo sabemos, teníamos dos para el diez de este mes", dice Liz.
El activismo contra los feminicidios se siente en guardia baja. Si, más porque el número de agresiones al interior de los hogares contra las mujeres incrementaron en todo el país, dice el INEGI.
Liz supo que el fin de semana en Sultepec dos mujeres fueron asesinadas por un grupo de encapuchados y otra joven fue calcinada en Temascaltepec.
Marlenne y Liz están en el mismo camino. Una y otra son activistas a su modo y posibilidades.
La única certeza que tiene Marlenne de su búsqueda, es que su hermano Christian viajaba en su coche color rojo Chevrolet tipo Sonic.
Ella propone que la Fiscalía aproveche la estancia de la ciudadanía en casa para difundir aún más las fichas de búsqueda de personas desaparecidas.
"Sea cuarentena o no, yo sigo insistiendo para que me den avances de mi hermano", repone Marlenne.