“Esos no tienen corazón ni sentimientos y por eso matan así, por dinero, nada les importa”, señaló una mujer mazahua que, sentada, esperaba a las afueras del cementerio de San Antonio Pueblo Nuevo la llegada de los cuerpos de Yair y Héctor, que vivían en una vecindad de la zona centro de la Ciudad de México.
Yahir y Héctor fueron vistos por última vez el pasado 27 de octubre a las afueras de la vecindad donde vivían en la calle Pensador Mexicano de la CDMX. Sin embargo, la madrugada del 31 de octubre policías capitalinos detuvieron a un sujeto que en un diablito transportaba los restos de los menores.
Tras ser identificados por familiares, las autoridades del gobierno de la CDMX entregaron los cuerpos y, después de ser velados en la vecindad referida, los trasladaron la tarde del miércoles hasta la comunidad de San Antonio Pueblo Nuevo en San José del Rincón, Estado de México.
A la entrada del pueblo, como a un kilómetro de distancia entre la casa de la familia Silvestre y la familia García, dos enlonados color amarillo con verde, revelaron que ahí habían velado a los dos menores.
Con flores blancas, vecinos de la zona acudían a ambos domicilios a darles el pésame a las familias que optaron por guardar silencio derivado de estos hechos que han conmocionado a todo el país.
Algunos familiares resguardaban los domicilios para alejar a cámaras y micrófonos de los medios de comunicación que acudieron a esta comunidad ubicada en el municipio de San José del Rincón.
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“No los conocíamos mucho, pero creo que eran amigos. Ellos ya vivían allá en la Ciudad de México y muy rara vez se les veía por acá, sólo en las fiestas llegaban a venir”, indicó una comerciante ubicada cerca de una de las casas de los menores.
Afuera del cementerio de la población, una mujer yacía sentada con un chiquihuite de tortillas,que iba a dar a una de las familias de los menores mazahuas asesinados en la Ciudad de México.
“Venimos a acompañar a mi comadre, ellos ya vivían allá, pero son de aquí y la verdad es que sentimos mucho lo que les pasó”, añadió mientras abrazaba a uno de sus nietos.
Explicó que la falta de oportunidades ha colocado a la migración como una práctica muy recurrente entre pobladores de la zona, pues al igual que esta familia, hay muchas que se van y tardan mucho en regresar.
“Aquí solamente sobrevives del maíz y papa, pero sólo es en temporada, no hay más, por eso mucha gente sale a buscar trabajo, tal y como sucedió con las familias que ahora se visten de luto”, narró.
Al platicar sobre la forma en que Yahir y Héctor fueron asesinados, expresó: “esos de allá no tienen sentimientos ni corazón, ellos matan y ya. Lo hacen por dinero”, agregó la mujer de avanzada edad.
Junto con otros vecinos de la zona, lamentaron que ambos menores hayan sido asesinados de esa forma tan cruel, pues indicaron que ningún ser humano merece lo que le hicieron a quienes llamaron “angelitos”.
“Pobres angelitos, seguro les quitaron su riñón o sus órganos, por eso los mataron de esta forma. Eso no se hace, aunque casi no venían por acá, ellos son de aquí y nos unimos al dolor de la familia, por eso venimos a acompañarlos”, añadió.
Subrayó que en la fiesta del santo patrono de la comunidad, es cuando una gran parte de las personas que se van para la ciudad vienen y se juntan, pero luego se vuelven a ir, pues su vida ya la hacen en otro lado.
“Aquí hay como 12 barrios y todos se cooperan para festejar a San Antonio. La fiesta la hacemos el 13 de diciembre y los mayordomos de cada barrio son los encargados de traer un torito o fuegos artificiales”, comentó.
Por fortuna, mencionó la mujer mazahua, lograron agarrar a uno de ellos, por lo que la exigencia del pueblo de San Antonio Pueblo Nuevo es justicia para atrapar a todos los asesinos de Yair y Héctor.
Cabe señalar que hasta las 13:00 horas, los ataúdes con los cuerpos de los menores permanecían en cada uno de los hogares de la comunidad, por lo que familiares les dieron el último adiós alrededor de las 14:00 horas de este jueves en el cementerio de San Antonio Pueblo Nuevo.